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martes, julio 14

Capítulo 8 #QQDMi



Otra vez el jodido pasado




Hace cinco años atrás…


Levante la vista hacia las paredes blancas que estaban a mi alrededor, luego observé los gastados cerámicos de color negro que pisaban mis zapatillas.
Me encontraba sentado en un banco de madera, mientras veía ir y venir a las personas.
Pasado la media hora estaba con la cabeza mirando fijamente el suelo de cerámico donde se ve que alguien había pisado un chicle y esté quedó pegado ahí.
El hospital apestaba a desinfectante, también se sentía el leve olor a comida, creo que a sopa o algo así.
No recuerdo como llegué a este lugar, solo recuerdo la llamada diciéndome que la habían atacado, me dijeron que ella estaba inconsciente y que había recibido un fuerte golpe en la cabeza.
No sé en qué momento salí de mi casa, ni siquiera se cuanto tiempo me tomó llegar.
Cuando pregunté qué pasaba, una mujer con acento español dijo que esperara en el maldito banco mientras que algún doctor salga de la puerta que tenía a mi izquierda.
Estaba tan metido en mis pensamientos que jamás lo sentí llegar hasta que su mano estuvo en mi espalda.







— Hijo… — Dijo en un susurro. — ¿Sabes algo acerca de cómo está? —






Apenas escuché su voz me levanté quitando su mano. — ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Acaso te importa? ¿Eh? — Dije mientras lo miraba a los ojos.







— Tú y tu madre son muy importante para mi y lo sabes…—







— No lo creo. —







Luego de unos minutos que parecieron años, un doctor salió rompiendo el silencio que nos envolvía en el pasillo.







— Solo debemos esperar a que despierte. — Dijo antes de que nosotros podamos decir alguna palabra. — No sabemos la gravedad del asunto, ya que recibió un fuerte golpe en la cabeza, nosotros hicimos todo lo que teníamos que hacer, solo nos queda esperar a que despierte y ver su evolución. — Dijo el doctor de cabello gris.







— De acuerdo, ¿Podemos quedarnos junto a ella?— Preguntó mi padre.







— Tú no te quedarás aquí. — Gruñí. El doctor nos observaba sin saber que decir.







— Lucas por favor, olvídalo por un momento. Tu madre necesita que nos quedemos con ella, nos podemos turnar, no seas inmaduro. — Habló serio y supuse que tenía razón pero no pretendía dársela.







El doctor habló. — ¿Señor Dubois hizo la denuncia? —









— Si. Acabo de llegar. —







Yo estaba en silencio, y miraba de reojo a mi padre y al médico.
Sentí nauseas al recordar la pelea que tuve con mi madre, prácticamente la eché de casa cuando ella me contó que sabía que mi padre le era infiel y ella jamás había dicho o hecho nada.
Recordé como afirmé mi idea de que el amor apestaba, nunca dura. Siempre alguien arruina todo, que nadie lo logra porque las circunstancias o problemas parecen ser más grande que el sentimiento que sienten las personas. Yo jamás sería uno de ellos, y si llego a equivocarme me alejaré de la persona que me haga dudar de mi posición.  
Sentí un mareo y recuerdo haberme desplomado contra el suelo.







####









Actualidad.





A causa de un mal sueño estuve pensando toda la mañana en la vez que intentaron robarle a mi madre y ella resulto golpeada.
Recuerdo perfectamente cuando le dije que se vaya del departamento que compartía con unos amigos en España, yo estaba furioso, luego de media hora decidí ir a su casa para ver si había llegado, pero todo estaba apagado. En ese mismo instante la llamé y nunca contesto, busqué por la ciudad y nada. Cuando regresé a casa y estaba a punto de pedir ayuda a mi padre, este me llamó para decirme que mi madre estaba en el hospital porque había sido asaltada.
El maldito y asqueroso sentimiento de culpa me había invadido, y lo mismo me pasó con Marlene cuando la deje ir ayer. La desesperación que sentí cuando no contestaba y cuando supe que no había regresado.

Esta mañana no hice más que pensar, en que quizá, para mi suerte y la de Marlene, ella no me importe. Quizá solo sentí miedo porque la historia se vuelva a repetir.
Aún no estoy seguro de nada, pero lo mejor que le puede suceder es estar lejos de mí, ¿El problema? Soy un cretino que siente curiosidad por ella, tiene un imán, algo eléctrico que hace que deba estar cerca de ella.
Sé como termina esto… Marlene, tarde o temprano terminará odiándome.







####








El viento hacía que mi pelo tome vida propia, mis manos estaban en el volante del auto de Ian.
El miraba fijamente por la ventanilla en un intento de estar tranquilo y sereno. Por momentos podía ver como cerraba los ojos con fuerza.






— No le haré nada, puedes estar tranquilo. — Dije hablando de su auto.








— Confió en ti, no confío en los demás. —








— Si claro. — Murmuró Al en el asiento de atrás.








— Hablas como si nunca hubiera conducido un auto, pronto tendré el mío. — Dije a Ian.









Unas cuadras después el estaba más relajado, pero no paraba de mirar por el espejo retrovisor.







— ¿Alguien nos persigue? — Pregunté.









 — ¿Qué? — Dijo mirando a un costado, se nota que no me estaba escuchando.








— ¿Qué te pasa? — Susurré.







— Nada.  — Dijo moviendo sus dedos en sus rodillas.








¿Qué le sucede? Jamás lo vi así. Entiendo que haya “tensión” entre Aldana y él pero creí que se estaban llevando mejor. Más tarde le preguntaría porque está tan nervioso, lo conozco y sé que me oculta algo.
Ese pensamiento me hizo sentir hipócrita. Yo también le estaba ocultando algo. En ningún momento les mencioné a mis amigos de mi beso con Lucas, y no estaba segura de querer hacerlo.
Anoche pensé mucho y me di cuenta que debo ser prudente, no quiero salir herida nuevamente. Sé perfectamente quien es Lucas, y no me lo imagino intentando tener algo serio conmigo, no sé qué es lo que quiere, ni siquiera yo entiendo, a duras penas estoy convenciéndome de que el día de ayer fue real.
Estacioné el auto de Ian unas cuadras antes de llegar al centro.
Hoy los invité al parque conmigo, Al estaba de mal humor porque no encuentra las telas que quiere para un trabajo de la universidad. A último momento se anotó en diseño de indumentaria, le dije que sería la carrera perfecta para ella.








— Vamos a sentarnos aquí. — Dice Al.








— Como no. — Murmuró Ian. — Que casualidad, justo enfrente de la heladería. —







Al le lanzó una mirada envenenada. Si las miradas mataran, Ian estaría muerto en estos momentos.
Ella se cruzó de brazos y luego sonrió.







— Podrías ir a comprar… — Dijo ella.








Yo rodé los ojos.




— Yo iré. — Dije — Traten de no matarse en mi ausencia. —







Crucé la calle y me puse en la fila. Aproveché que estaba sola para escribirle a Lucas.






*¿Qué tal tu día?*






Aproximadamente estuve quince minutos en la heladería, y aproximadamente revisé mi celular unas doscientas veces.
Suspiré al ver que no había respuesta.
No puedo ser tan idiota, solo han pasado quince miserables minutos, ¿En verdad me estoy preocupando? Me reí de mi idiotez.
Mientras cruzaba la calle, vi que mis amigos hablaban y estaban serios.
Ian se percató de que estaba llegando, se levantó y vino hacia mi.







— ¿Lene crees que puedes dar una vuelta? —







— ¿Qué? —








— Es que quiero hablar con Aldana de ciertas cosas, y justo este es un buen momento… — Yo lo miré atónita.







— ¿Me estás echando? — Dije.








— No, no… no es eso. — Dijo acomodándose el pelo. Conozco esa expresión, se que está nervioso.







— Dime lo que sucede. — Dije.







— Solo estamos hablando… Todo está bien enserio. — Dijo sonriendo.






Yo enarqué una ceja. Y miré a Al, pero ella no me miraba.






— Puedes llevarte mi auto. — Dijo Ian.







— Luego tendremos una charla, solo promete que no se matarán. — Dije.







— Nada de eso. — Dijo serio y me entregó las llaves de su auto.






— ¿Es un soborno? — Dije y el rió.







— Tú lo dijiste Lene. —







Toma. — Dije dándole el helado. — Por si las cosas se ponen feas. Pasaré por ustedes, llámame después. —






Tomé las llaves y me dirigí hacia su auto, puse la radio y antes de arrancar volví a mirar mi teléfono. Tenía un mensaje de Bruno.







*Hola Lene, ¿Harás algo hoy?*







No le contesté, no sé qué rayos haré con Bruno, es un chico agradable pero aún no aclaramos las cosas, yo solo quiero ser su amiga y si la suerte está de mi lado, el querrá lo mismo.
Arranqué el auto y el GPS de mi cabeza me llevaba a un solo lugar. Canté todo el camino una canción de Demi Lovato mientras me dirigía al barrio donde vive Lucas.
Estaba solo a unas cuadras de su departamento cuando decidí dar la vuelta y volver a casa. Simplemente no puedo presentarme sin haber quedado con él. Por culpa de mi inseguridad, decidí que lo mejor era volver.
Llegué a casa y decidí ganar tiempo para adelantar trabajos.
El reloj marcaba las 16:13 y desde el mediodía hasta ahora dediqué mi tiempo a dibujar, reacomodar las fotos para la historia que debía armar, leer apuntes. Luego de eso me dediqué a poner fotos en mi habitación.
En un pequeño espacio de mi habitación fui colocando las fotos, una de papá, mamá y hasta el propio Evaristo.
También decidí poner una foto de Ian y Aldana porque ambos me dijeron que se enojarían si no los ponía en el pequeño mural que estaba armando.
Después de terminarlo pensé: “Parezco una patética cursi”.
Coloqué mi última foto que era una foto familiar junto a mis tíos, primos y abuelos. Los más pequeños de la familia mirando hacia todos lados menos a la cámara, sonreí cuando tuve la foto en mis manos.
Escuché la puerta cerrándose de manera violenta y el ruido hizo que la foto se deslizara por mis dedos terminando en el suelo.






— ¿Al? — Dije y pude ver que se metía en su habitación.







Antes de abrir la puerta de su habitación noté a Ian parado en mi puerta.







— ¿Qué pasó? —







— Discutimos. — Dijo evitando mis ojos.








— ¿Por qué? Nunca los vi así… — Dije mirando la puerta cerrada de la habitación de Al.






— Sabes como somos. — Dijo en un intento de desviar la tensión.







— Joder Novak dime lo que pasó. — Dije y me di cuenta que soné igual a Lucas.







Ian alzó sus cejas claramente sorprendido.







— Espera en la cocina, iré con Al. — Dije.







— Te esperaré en el estacionamiento. — Dijo tomando sus llaves, yo asentí.







Toqué la puerta pero Al no contestó. La conozco, generalmente uno debe correr cuando ella está enfadada, pero no creo que esta vez sea enfado.







— ¿Al? — Dije abriendo la puerta.







Entré y ella estaba sentada en su cama, su espalda contra el respaldo y sus piernas estiradas.
Abrazaba su almohada con rayas de colores apretándola fuertemente contra ella y miraba un punto fijo entre el cuadro de su familia y un poster de Logan Lerman.

Me senté a su lado del mismo modo que ella estaba sentada y esperé.
Solo pasaron unos segundos hasta que habló.







— Soy una idiota. —






— ¿Por qué dices eso? — Dije mirando al mismo lugar que ella miraba.







— Hay algo que jamás te conté. Pero solo porque no fue la gran cosa. —







— Te escucho. —







— Lene no te enojes… — Empezó. — Pero hace dos años Ian me dijo que sentía algo por mí. En esos momentos yo estaba confundida, a pesar de que nos molestamos, él siempre fue agradable conmigo. Le dije que yo no sentía lo mismo, y jamás volvimos a tocar el tema. Poco a poco comenzamos a volver a ser los de antes, con las bromas y el sarcasmo de siempre.
En este tiempo me di cuenta que el también me gusta, y no pude evitar decirle… — Me miró unos momentos.






— ¿Hoy le dijiste lo que sentías? — Continué.






— Si, siento haber ocultado todo, pero no quería enfrentarlo ni reconocerlo. — Dijo desviando la mirada.







— Si, sé como se siente… No estoy enojada. — Le dije con una sonrisa. — ¿Qué te dijo él? —







— Me dijo que hace seis meses está saliendo con alguien, y qué no lo mencionó a ninguna de las dos porque no quería que yo me enterará.
El daba por hecho que tú me lo contarías. Y como no estabas al tanto de la situación, probablemente invitarías a la chica aquí y sería una situación de lo más incómoda. Además no era algo serio, ellos empezaron una relación oficial hace algunas semanas, y tenía pensado decírtelo a ti en estos días. —







— ¿Estás enojada con él? —







— No estoy enojada. Cuando le dije que me gustaba, él me dijo que las cosas eran diferentes. Entonces me sentí vulnerable y le grité, le dije que era un cobarde por no hacerse cargo de sus sentimientos. De alguna manera yo me estaba gritando eso a mi misma. Yo era la cobarde.
Entonces Ian dijo que las cosas cambiaron porque él estaba en una relación. Eso pudo conmigo.
Tomamos un taxi y vinimos todo el camino en silencio, el resto lo sabes. —







— Aún me espera afuera, le diré que se vaya. Después hablaré con él. — Dije.







— Cariño, él es tu mejor amigo, no te pediré que te alejes de él o algo así pero… Yo prefiero no verlo, por ahora…—







— Lo entiendo. —








— Habla con él. —






— ¿Segura? — Pregunté.







— Si, dame unos minutos, quiero estar sola… —







— De acuerdo. — Dije y abandoné su habitación. La dejé sola porque necesita su momento de reflexión, además yo le hubiera pedido lo mismo si el caso fuera al revés.







Salí en busca de Ian, el estaba adentro de su auto, con el celular en sus manos pero no parecía mirar directamente a la pantalla.
Él me miró justo cuando yo estaba subiendo.







— Siento no haberte dicho antes. —






— Lo entiendo, por cierto… ¿La conozco? ¿Son novios oficiales? —







— Si la conoces…— Algo en su voz me decía que me estaba ocultando más cosas de las que pensaba. — Es Sofía.








— ¿Tu ex novia? — Pregunté sorprendida.
Recuerdo toda la relación, en el secundario con doce años, Sofía lo “engañó” con Lucas. Ian se enteró y la dejó ese mismo día, luego de tres años volvieron a verse en una fiesta en la cual ella terminó durmiendo con Ian, ambos se veían pero no le pusieron título a la relación. Después Ian decidió cortar todo con ella.
Y ahora vuelven a estar juntos, y lo peor de todo parece que es oficial.








— Si, la misma. Volvimos a encontrarnos y, supuse que era hora de tener una relación con alguien…—







— Si, pero no con ella. ¿Sigue siendo igual que antes? —







— Se que te preocupas pero no terminaré con el corazón roto, tu amiga se encargó de eso hace dos años pero no quiero hablar del tema. Ahora me siento bien, paso buenos momentos con Sofía, además nos conocemos mucho. ¿Por qué no intentarlo? —







— ¿Qué hay de Al… ¿No sientes nada por ella? —







— Yo la quiero, pero en este tiempo aprendí a verla como amiga… Si yo tendría que estar con ella las cosas se hubieran dado hace mucho tiempo. Además vivimos peleando, y ya estoy cansado. Para lo único que servimos juntos es para ser inmaduros. — Dijo Ian suspirando.






Me quedé en silencio, mi cerebro estaba frito. No sabía cómo ayudar a mis amigos, no sabía cómo actuar o hablar. A duras penas podía conmigo.





— No entiendo porque todo es tan complicado. — Susurré para mí.






Ian que me escuchó me dijo. — Las cosas no son complicadas. Los complicados somos nosotros. —







— Debo volver arriba. —







— De acuerdo, mañana pasaré por ti. — Dijo y se acercó para abrazarme.
Hacía mucho tiempo que no abrazaba a mi amigo, y noté que él lo necesitaba. Dejé que el cortara el abrazo.






Una vez en el departamento pasé por la habitación de Al, y pude ver que estaba dormida. A juzgar por la marca en sus ojos supe que estuvo llorando. Ojala pudiera ayudarla.
No sé cómo no me di cuenta antes. Creo que debo prestar más atención a mi alrededor.

Fui a mi habitación por mi celular y tenía un mensaje de Lucas.






*Quiero verte*






* ¿Cómo hacemos?*






*Pasaré a buscarte.*






Fui a la habitación de Al, ella estaba despierta y estaba desacomodando sus sábanas para acostarse dentro.







— Dormiré un poco. — Anunció.






— De acuerdo, Lucas vendrá a buscarme. Pero quizá le diga que podemos quedarnos aquí. —






Ella sonrió moviendo las cejas, parecía la de siempre. — Para nada cariño, puedes salir. Pero no vuelvas tarde, y ten cuidado. — Dijo imitando la voz de mi madre.





Fui a  su lado a abrazarla. Me quedé con ella hasta que mi celular vibró.






— Ten cuidado. — Dijo en tono serio y con su voz. Yo asentí y sonrió.






Cuando las puertas del ascensor se abrieron vi una sonrisa de costado.






— Hola. — Dije devolviendo la sonrisa, pero esta se desvaneció cuando él movió su rostro y pude ver su mejilla izquierda. Tenía una magulladura más grande que la última vez. También tenía ojeras, como si no hubiera dormido en toda la noche.






— ¿Qué pasa? — Dijo al ver mi rostro.






— ¿Qué te pasó? — Pregunté acercándome. Miré sus manos y sus nudillos estaban lastimados.







— Una pelea. — Dijo encogiéndose de hombros.







— ¿Acaso siempre vives peleando? —







— ¿Cómo estás? — Preguntó, queriendo cambiar de tema.







No le contesté solo lo miré.







— Me crucé con un grupo de idiotas.  —






— ¿Siempre peleas con más de uno? —






— No. —







— Deberías dejar de hacerlo. —







— Olvídalo. — Dijo tomando mi mano.







— Vamos a mi casa, quédate a comer y luego te traigo aquí. —







— ¿Tú cocinas? —







— Si quieres… Puedo intentarlo. — Dijo sonriendo.








— Tranquilo, siempre se puede hacer un pedido. —







— Genial, así tengo más tiempo contigo. — Dijo y dio un beso rápido en mi cuello que me dejo con la respiración acelerada.







Una vez en el departamento Lucas pidió comida china, y dijo que yo era una especie en extinción por jamás haberla probado.
Le dije que conozco mucha gente que aún piden pizzas.







— Toma el tenedor. Lo intenté muchas veces pero es imposible usar los jodidos palitos. — Dijo Lucas.







Para mi sorpresa y la de él, me resultó muy sencillo usar los palitos.




— ¿Cómo rayos haces? — Preguntó. Mientras intentaba usar los palillos nuevamente.







Yo me reí. — No lo sé. No lo veas como algo difícil o imposible… Solo inténtalo. —







— Una frase interesante. — Susurró. — Creo que es una pérdida de tiempo intentar usar estas cosas. — Dijo señalando los palitos.







Luego de limpiar la mesa y acomodar todo. Le dije de mirar una película, terminamos viendo Sherlock Holmes.
Nos sentamos en el sillón, y él en ningún momento miró la película, podía verlo claramente mirándome.
Al principio no me molestó, pero luego de unos minutos me preguntaba en que estaría pensando.
Lo miré fijamente con el ceño fruncido.







— ¿No te gusta la película? —







— ¿Sabes que cuando frunces el ceño se te hace una pequeña marca aquí? — Dijo tocando con su dedo índice entre mis cejas.







Yo no le dije nada, simplemente tragué en seco. El recorrió mi cara con su dedo, comenzó bajando por el puente de mi nariz, luego pasó por mis pómulos, bajó por mi mejilla llegando a mi boca.






 — Está boca me hace tener pensamientos malos. — Dijo.







Esta vez, fui yo la que lo besó. Lucas sonrió y luego atacó mi boca adueñándose de todo a su paso.
Puso ambas manos en mi cintura acariciándome lentamente. Nunca nadie me había besado tan intensamente. Con Lucas parece que todo va subiendo de nivel rápidamente.
Terminamos recostados en el sillón, creo que la película había terminado pero sinceramente eso no me importaba.
Acaricié su espalda y me di cuenta de que moría de ganas por tocar sus tatuajes.
Nos separamos y él habló a mi oído.






— Quédate esta noche. — Dijo besando mi cuello en una dulce tortura.







No puedo quedarme. Debo reconocer que me da miedo, no quiero que las cosas vayan tan rápido.
Recordé cuando ayer le dije que no iba a quedarme, y como él se había enojado, pero aunque hoy se enoje nuevamente no puedo quedarme aquí.
Antes de que pudiera responder él volvió a besarme, en ese momento alguien llamó a su puerta.







 — Deberías atender. — Dije lamiendo mi labio.







 — No. — Dijo en una sonrisa, mientras su hoyuelo aparecía indicando claramente que no pensaba atender.







Noté la posición de nuestros cuerpos y me sonrojé. El continuaba besando mi cuello y mi mejilla lentamente. Mi sonrojó fue peor cuando noté algo diferente en su pantalón.






— Deberías atender. — Dije apartándolo con mis brazos.






Él suspiró. — No debe ser nadie importante. — Dijo incorporándose. — Nunca viene nadie aquí. —





Abrió la puerta y pude ver que se tensó. Me levanté del sillón para ir a su lado.
Un hombre alto, con ojos color verdes, estaba en la puerta. Parecía nervioso. Lucas estaba con los puños cerrados, estaba claramente enojado.
No faltó preguntar nada para darme cuenta que ese hombre era su padre.






— ¿Qué parte de que no vinieras aquí no entendiste? — Dijo Lucas.






Rodeé mi mano alrededor de su puño. Él se relajó solo un poco pero seguía con sus manos cerradas.







— Lo siento, quería verte. — Dijo el hombre.






— ¿Papá? — Se escuchó la voz de un chico. — ¿Qué estás haciendo aquí? —







— Bastian, te dije que esperes en el auto. —






Al parecer fue muy tarde. Un joven idéntico a Lucas apareció frente a nosotros, el chico tenía el cabello castaño pero más oscuro, y tenía ojos azules.






— Lucas. — Susurré apretando su mano con más fuerza.





— ¿Esté es tu nueva adquisición? — Dijo Lucas mirando a su padre con furia.







— Bastian, él es Lucas. — El chico estaba completamente sorprendido.






— Quiero que salgan de aquí, y no vuelvan nunca más. — Dijo en un tono oscuro. Un escalofrío recorrió mi espalda.






Sin decir nada cerró la puerta en la cara de su padre y él que supongo es su hermano. Jamás hablamos de su familia, sólo conocí a su madre, porque la vi algunas veces en el secundario.
Lucas salió dirigido a la cocina, y yo salí detrás de él.
Vi que agarró un vaso y este se cayó de su mano. Maldiciendo agarró otro y tomó una botella de whisky.
Me puse delante de él.






— No lo hagas. — Dije.







— Deberías irte. — Dijo. — Pagaré un taxi.







— No pienso dejarte. —






— Deberías. — Susurró.





— Por favor, deja esa botella. — Hablé pero él no me hizo caso, y quitó la tapa tirándola en el suelo. Sirvió en su vaso y lo bebió de un trago.






— Lucas. — Dije y mi voz salió quebrada.







Él me miró, y pasó su dedo secando la lágrima que estaba cayendo sin permiso de mis ojos. — No valgo la pena, deberías irte. —






— No Lucas, me quedaré contigo esta noche. —







Le quité el vaso y la botella dejándola lejos de él. Y tomé su mano para ir juntos a su habitación. Él me paró antes de entrar.






— Está vez no te vayas por favor. —







Negué con la cabeza y luego abrí la puerta. Lucas se quitó la remera y me dijo que podía buscar ropa en su cajón para ponerme.
Tomé una remera negra pero no encontré nada para abajo, fui al baño y me cambié. Me cambié de remera pero me quedé con mi jean.
Cuando volví él tenía un short deportivo.






— Puedes dormir sin el pantalón, la remera te cubre parte de tus piernas. — Dijo y en mi cara se habrá reflejado miedo o algo así luego añadió — No miraré si quieres. —







Cuando se dio vuelta me quité rápidamente el pantalón y entré a la cama. Después pensé en lo absurdo que era hacer que se de vuelta cuando iba a dormir al lado mío.







— ¿Quieres que duerma en el sillón? —







— No. — Dije, y sentía a las mariposas chocando, peleando, y volando torpemente en mí estomago.






Lucas se acostó y me abrazó de inmediato. — No te vayas. — Susurró antes de quedarse dormido.

Mientras acariciaba su pelo noté como poco a poco me quedaba dormida entre sus brazos.






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