.main-inner .column-center-inner, .main-inner .column-left-inner, .main-inner .column-right-inner {margin-left: -60px !important;}

jueves, septiembre 3

Capítulo 11 #QQDMi



Experiencias 




Un nuevo día comienza y qué mejor manera de comenzarlo teniendo a Lucas acostado a mi lado, con su brazo rodeándome la cintura.
Si, definitivamente es una excelente manera de despertar.


Anoche antes de venir hasta su casa tomé algo de ropa para dormir, él insistió en que podía usar una de sus remeras, pero me negué y le dije que además de ropa necesitaba mi cepillo de dientes, de pelo, entre otras cosas. Frunció el ceño pero luego asintió sonriendo.
Pasado unos minutos consigo salir de la cama sin despertarlo. Voy directo al baño para lavarme la cara, cepillarme los dientes, y peinarme, pero no me cambié de ropa. Para cuando volví a la habitación Lucas aún seguía durmiendo, y aproveché la oportunidad para tomar mi celular y salir directo a la sala de estar para llamar a mi amiga.
Después de contarme algunas cosas sobre su cita con Bastian, que por cierto es el hermano de Lucas, le conté que ahora me encuentro en su casa y que más tarde le daría detalles. Corté y comencé a caminar por el pasillo que me lleva nuevamente hacia la habitación de Lucas, me encanta el color azul marino de las paredes, y lo limpio y ordenado que se ve todo, incluso mucho más que mi departamento, y eso que vivo con la obsesiva por el orden.
Seguí recorriendo y me quedé viendo la pequeña biblioteca que Lucas tiene en la sala, la mayoría de los libros tienen que ver con Artes visuales y los que están en el estante de más arriba son de informática.
Recordé lo que me dijo, como su trabajo consistía en buscar información sobre diferentes personas para después… estafarlos.
Me sorprende el modo en el que me tiré a la pileta con él, en como dejé que por primera vez en mi vida mande mi corazón, me aterra la idea de qué el pueda fallarme… Lo peor de todo, es qué ni siquiera está obligado a tratarme bien.
No somos amigos, ni novios, ¿Somos algo?, Creo que solo simple conocidos… Jamás se me ocurrió pensar cómo llamar a esta rara relación.

Volví a la habitación y ahogué un pequeño jadeo. Me encontré a Lucas que estaba de espaldas a mí, con una toalla negra en su cintura y juro que vi caer en cámara lenta las gotas que iban de su cabello hasta su cuello, y luego perdiéndose en su espalda.
En momentos como estos me gustaría tener más ojos, porque los míos no me alcanzan para ver todo a la vez.
Lucas se dio vuelta y enarcó una ceja.


—  Sé lo qué estás pensando cariño. —   Volví de mi pequeña burbuja cuando escuché la palabra “cariño”. ¿Cariño? Él no hablaba enserio.


—   Lo siento, no sabía que estabas…—   Comencé a decir y él se volvió un momento para  sacar ropa de la cajonera y volví a quedarme en silencio perdiéndome en su espalda.


—  ¿Qué decías? —  Dijo levantando la vista mostrando un diabólico hoyuelo.


—   Nada, voy a la cocina así te cambias… —  Balbuceé.


—  Sabes que no es necesario. — 


No podía moverme, o quizás no quería… Aún no lo descifraba.
¡Mierda! No creo que sea capaz de terminar de desnudarse enfrente de mí… ¿No?
Mi mano seguía en el picaporte, y noté mi boca ligeramente abierta, la cerré al instante y parpadeé.


—  ¿Esa es tu cara de observadora? — 


—  ¿Qué tiene mi cara? — 


—  Ya sabes…—  Dijo acercándose peligrosamente. —  Te quedas con la boca abierta, los ojos entrecerrados…— 



Recuerdo que me había dicho lo mismo el día que entré a su departamento por primera vez.
Debería denunciarlo por hacerme esto, un chico no puede venir y hacer que pierda el juicio en unos segundos con tan solo mirarlo.



— ¿Qué estabas haciendo en la cocina? — Pregunta, y yo aún sigo pensando las gotas cayendo por su espalda.


— Nada, solo llamé a mi amiga para avisarle que…— Las palabras salieron atropelladas y él comenzó a reírse.


— Dime… ¿Te pongo nerviosa? — Dijo a centímetros de mi cara.



Sabe que me está torturando, y sabe que me pone nerviosa y más aún porque el pequeño nudo de la toalla está escandalosamente flojo, cualquier cosa podría hacer que se desate y caiga. Un pequeño movimiento, una leve brisa, incluso mis propias manos.



— No. — Mentí y tragué saliva cuando su boca tocó mi cuello.


— Eres muy mala mintiendo. — Dijo contra mi cuello mientras sus manos tomaban mi cintura.


— ¿Tienes hambre? ¿Quieres que haga el desayuno?— Dije mientras respiraba como si hubiera corrido una maratón.


Sin responder a mis preguntas, Lucas continuó haciendo un  camino de besos por todo mi cuello, ¡Santo cielo!
Jadeé cuando tomo con su boca el lóbulo de mi oreja. Volvió a repetir la acción y puse mis manos en su pecho para acariciarlo.
Aún con sus manos en mi cintura él tiro de mí para acercarme más a su cuerpo, justo en ese momento comenzó a besarme.
Su beso era demandante y apasionado, y de alguna manera me costaba seguirle el ritmo, por momentos mordía y tiraba de mi labio inferior suavemente para luego pasar su deliciosa lengua.
Nombraría a su beso como “beso bipolar” porque era lento y suave, para luego pasar a ser rápido y duro. Iba a volverme loca, él me vuelve loca en todos los sentidos de la palabra.
Sentí que me guiaba por la habitación y mis piernas chocaron contra la cama.
Sin cortar nuestro beso, Lucas me recostó sobre ella y recordé que el solo lleva puesto una toalla y nada más, NA-DA-MÁS.
Corté nuestro beso y noté como su pecho subía y bajaba con rapidez.
Comencé a tocar las teclas de piano tatuadas en su piel, una por una pasando mi dedo índice. Notaba su intensa mirada observando mi rostro, aún así seguí acariciándolo, hasta que nuestras miradas volvieron a encontrarse.



 — Vas a volverme loco. — Dijo y me quedé sin palabras.



Acercó su boca a mi oído y susurró. — No tienes la menor idea de todas las cosas que te haría, y de cuanto te deseo. —


Quería saber todas las cosas que es capaz de hacerme, pero por otro lado me da miedo que las cosas vayan más rápido de lo que están yendo. Creo que no debería quedarme a dormir con tanta frecuencia, al fin y al cabo no sé qué es lo que quiere, quizá solo “me desea” y solo eso, pero no hay otro sentimiento, no quiero entregarme a él, si lo hago ¿Qué pasará luego? ¿Dejará de hablarme? ¿Seré una más en su lista? ¿Una más de sus amigas? No puedo hacer eso. Quiero tenerlo, pero no a medias, quiero tenerlo del todo.
No fui capaz de responder, solo me quedé en silencio. Luego lo abracé contra mí y uní nuestros labios.
Otra vez me besó lento mientras me acariciaba la cintura por encima de mi remera, sé que no llegaremos a más, no quiero hacerlo, no creo estar preparada, pero no puedo negarme a besarlo otra vez, aún no quiero romper este momento.



— Si sigues acariciándome así no podré detenerme. — Dijo después de unos minutos y retiré mis manos de su espalda.
Él comenzó a reírse y besó mi mejilla antes de salir de la cama, afortunadamente la toalla no se le cayó de su sitio, de todos modos me sonrojé y aparté la mirada.



Salí disparada al baño a cambiarme. Tardé un poco más de lo que debería, pero la verdad es que tenía miedo de salir y que siga semidesnudo solo para molestarme, mejor dicho para incomodarme.
Volví a la habitación y él vestía un jean negro y una remera blanca que resaltaba el ancla tatuada en su brazo. Me quedé embobada mirándolo, otra vez.



— ¿A qué edad te hiciste tu primer tatuaje?



— A los quince, ¿Sigues con la plan de preparar el desayuno?— Preguntó y entendí que no respondería más sobre su vida.



Me encogí de hombros y fui directo a la cocina. Afortunadamente tiene de todo en la alacena, así que no tuve que preparar nada elaborado.
Desayunamos en unas banquetas de madera, y de vez en cuando él tomaba mis tostadas y le pasaba el dedo por el dulce y se lo llevaba a la boca guiñándome un ojo, cuando protesté él comenzó a reírse y dejó de hacerlo.
Luego de unos minutos preguntó.


— ¿Qué planes tienes? —



— ¿Para hoy? —



— No, después de la universidad. —



Su pregunta me pilló desprevenida, nunca me imaginé teniendo esta conversación con él. Para ser sincera, nunca me imagine conversando este tema con nadie. 



— Depende de cómo me vaya en mi trabajo, estoy a prueba como gerente y quizás pueda obtener el puesto. Si tengo suerte y sigo más tiempo trabajando, una vez que obtenga mi título podré trabajar en la parte de publicidad, dirigiendo eventos y convenciones, o quizá como ilustradora en alguna editorial. No lo sé lo que venga primero. —



— ¿Y si no sigues como gerente? — A pesar de lo negativa que pueda parecer la pregunta, él lo preguntó de manera amable.




— Planeaba viajar a Estados Unidos, tengo a mis primos viviendo allí así que puedo vivir con ellos hasta que pueda conseguir un empleo. — Me sorprende lo sincera que fui, pero la verdad es, que desde que lo volví a ver no creo que quiera irme de aquí.



— ¿Por qué tan lejos? —



— Tengo esa idea desde hace varios años. Mis padres planeaban llevarme a Norteamérica desde hace tiempo, querían que viva un tiempo con mi familia y que pudiera estudiar allí. —




— ¿Por qué? — Parecía no entender la decisión de mis padres.




— Porque mi vida apestaba básicamente, y no me gustaba estar aquí, no encajaba. —




— ¿Fue… por mí? — Preguntó, y en parte si fue por él, pero hubieron muchas cosas más.




Negué con la cabeza. — Además de que no encajaba, podría tener más conocimientos y otra educación, creíamos que valía la pena. —




— ¿Por qué no fuiste? —




— Porque le robaron dinero a mi padre. —



Lucas me observó fijamente, y sé que está pensando en su pasado y en el trabajo de su tío.
Asintió y se perdió en sus pensamientos.
Tomé su mano y comencé a acariciarla y fui subiendo hasta llegar al ancla tatuada en su brazo, donde acaricié despacio. Notaba su mirada clavada en mí, pero no me ponía nerviosa, solo quería que olvide su pasado y que podamos seguir charlando como veníamos haciéndolo.



— Ese fue mi primer tatuaje. — Dijo sin mirarme y con el ceño fruncido.
Seguí subiendo mi mano por su hombro hasta llegar a su rostro donde acaricié su mejilla. Lucas sonrió y puse mi dedo en los maravillosos hoyuelos que se formaron con su sonrisa. Él tomó mi muñeca jugando y luego sus ojos se posaron en mi pulsera.


— Que cursi. — Dijo refiriéndose al corazón que había al lado de la letra M.
Me tensé y no dije nada. Supongo que por mi mirada él notó que ocultaba algo. — ¿Qué pasa? —



— Nada. — Dije y pensaba en hacerle la misma pregunta que él me hizo  a mí, ¿Cuáles son sus planes cuando termine su carrera? Pero se adelantó.



— ¿Quién te dio esa pulsera? — No quería responderle pero sabía que era tonto ocultárselo.



— Bruno me la regaló una vez y… — Su rostro se oscureció y tragué saliva antes de continuar. — La pulsera me pareció bonita y por eso continué… usándola. — Finalicé.




— Ah. — Dijo y se levantó. — Debo salir ahora, puedo llevarte a tu casa de pasada. —



Su humor cambió al instante y yo me sentía una idiota por usar la pulsera, pero no lo hice por ninguna razón en especial simplemente me gusta.



— Lucas… — Dije tomándolo del brazo y se alejó. — Yo no tengo nada con él.



Para mi sorpresa él sonrió y dijo. — No tienes que darme ninguna explicación, eres libre al igual que yo. — Dijo y me guiñó un ojo.



Yo estaba asombrada, ofendida, y dolida ante su comentario. Creí que al menos le importaba un poco, hasta me esperaba que me haga miles de preguntas. Creí que me gritaría y que me obligaría a quitarme la pulsera pero no. No sucedió nada de eso. Solo me recordó que no me pertenece y qué él es libre, cosa que me hace pensar qué aún debe andar con muchas chicas más aparte de mí.
<<Muchas chicas que le dan lo que tú no le das>> Me recordó cruelmente mi subconsciente.



— Puedo ir sola a casa… — Dije.



— Como quieras… — Respondió y me sonrió.



Salí del maldito departamento antes de hacer alguna estupidez como seguir humillándome, gritarle, o incluso llorar.
Cuando estaba afuera recordé que anoche vinimos en su auto, por lo que debía camina hasta mi casa.



 — ¡Marlene! — Escuché mi nombre de una inconfundible voz.



Me di vuelta y vi una pequeña y leve esperanza.
Lucas me alcanzó trotando y se paró justo delante de mí cuando dijo.




— Olvidaste tu celular. — Toda esperanza se disolvió junto a mi estúpido corazón.



— Gracias. — Dije tomando mi celular sin hacer contacto con sus manos.



Di la media vuelta y comencé a caminar, me obligué a dar cada paso sin mirar hacia atrás.




Llegué al departamento y mi amiga dormía. Fui directo a mi habitación tomé mis auriculares y comencé a limpiar todo el lugar.
Al cabo de media hora de una limpieza profunda, me senté en el balcón con mi cuaderno y comencé a dibujar. Mi cerebro y mis manos guiaban al lápiz a dibujar sonrisas con hoyuelos y miradas intensas o con el ceño fruncido.
Rompí algunas hojas y me concentré en dibujar portadas de libros o diferentes símbolos mientras estaba acompañada por buena música.
Estaba en mi mundo perfecto, un mundo que creé para mi sola, donde solo hay música, dibujos, libros y aire fresco. Un lugar donde las preocupaciones y problemas quedan de lado, y solo hay lugar para pensar en las cosas que más me agradan.
Esto es lo que solía hacer cuando me deprimía, aferrarme a las cosas que más me gustan para callar a mis pensamientos que no hacían más que torturarme.
Mientras dibujaba garabatos una y otra vez, una mano agitándose delante de mis ojos me regresó a la realidad.




— Hola — Escuché la voz de Bruno mientras me quitaba los auriculares.




— Hola — Saludé mientras lo invitaba a sentarse en el balcón.




— Al me abrió la puerta, siento no haber avisado. —




— No te preocupes. — Dije con una media sonrisa.




— Estuve llamando hace rato, ahora entiendo porque no me escuchaste — Dijo señalando los auriculares bromeando.




— Lo siento, estaba…—




— ¿Ocupada? —




— Algo así — Respondí sonriendo mientras cerraba mi cuaderno.




— Quería saber como estas… —




— ¿Te refieres a lo que pasó con Ian? Ni yo puedo creerlo. — Suspiré.




— Me refiero a todo… Hace tiempo quería verte. — Sonrió.




— Gracias  — Dije por su compañía y por preguntar como me siento. — Supongo que Ian te contó todo lo sucedido.




— Si, me lo contó anoche cuando estuvimos solos… — Se tomó un tiempo y continuó. — Ian me contó todo sobre tu… Sobre Lucas. — Habló y sentí un pequeño dolor en el pecho al escuchar su nombre. Soy patética.




— Esto en realidad viene hace mucho, de cuando íbamos a la escuela—




— Lo sé. Y entiendo porqué se puso así cuando vio a Lucas, pero no justifica las cosas que te dijo— Si algo tiene en común Bruno y su primo es que ambos son sumamente honestos.




— Da igual, pienso pedirle disculpas — Dije mientras miraba el paisaje urbano enfrente de nosotros.




— ¿Por qué? —




Lo miré sorprendida. — Porque que le dije que nunca ha superado lo que Sofía le hizo—




— Él debe pedirte disculpas, y tú tienes razón— Lo miré a los ojos— No entiendo a mi primo, no sé porque está con ella, ni siquiera la quiere, además siempre está hablándome de Aldana. — Habló en voz baja.




— No me gusta esa chica — Confesé.




— A mi tampoco, está manejando a Ian a su gusto y no sé que pretende… En realidad no sé que pretenden los dos. Hacer que funcione algo que nunca funcionó en el pasado, es simplemente absurdo, porque ninguno de los dos están comprometidos con la relación. —




— Sé que Ian aún siente algo por Al pero, creí que estaba emocionado con Sofía. — Comenté.




— Exacto. Solo está “emocionado” pero no la quiere, te lo aseguro. —




— ¿Y por qué no viene a buscar a Aldana? No lo entiendo. —




— No lo sé… — Respondió mirando hacia la ciudad.




— ¿Está muy enojado conmigo? —




Bruno sonrió. — No. La verdad es, que tiene miedo de perderte, eres como su hermana —




No pude evitar sonreír aliviada. — Para mí es igual. Espero poder hablar hoy con él. —




— Puedes escribirle… — Miró al suelo donde estábamos sentados antes de seguir hablando. — Hay algo que he querido hablar contigo hace unos días…—




— Dime… — Contesté nerviosa, no hay nada peor que la frase “tenemos que hablar” o en este caso, “hay algo que he querido hablar contigo”.




— Nosotros… — ¡Mierda! — Bueno, lo que sucedió entre nosotros… En realidad, quería aclarar las cosas… Solo eso…—




Asentí para que siga hablando.




— Sé que tienes algo con alguien… — Me miró a los ojos esperando a que afirme lo que decía, pero no lo hice. — Y no quiero traerte problemas, pensé que lo mejor es quedar como amigos, ¿Qué dices? —




Sonreí y asentí. — Me alegra aclarar esto, tú me caes muy bien, y en verdad quiero que seamos amigos. —




Sonrió achinando sus ojos, ese gesto es uno de los que más me agradaba de él. — Tú también me caes bien, me alegro de tenerte como amiga. —




Seguimos hablando y me contó sobre su familia, estudios, incluso me habló de la morena que estaba prácticamente encima de él anoche. Dijo que la había conocido ese día y que ella le pidió su número, y él se lo pasó.
Me dijo que le escribió al instante pero él aún no le contestó, pero que lo haría más tarde.
Me reí al recordar en lo mal que me miró cuando me senté al lado de Bruno. Menuda desesperada, pensé.


Después de mi pequeño ritual que consiste en dibujar y escuchar música, y también gracias a la visita de mi nuevo amigo Bruno pude olvidar a Lucas y lo jodido que es, solo unos momentos.
Pero tan pronto como pasaban los segundos, el recuerdo de sus palabras vino de golpe a mi cerebro ya frustrado.

<< Eres libre al igual que yo>> Las palabras daban vueltas y vueltas en mi cabeza. Solo soy una más para él, no sé cuándo aceptaré que chicos como Lucas Dubois no quieren compromisos, al menos nunca sucederá conmigo, creo que tengo suerte de haberlo besado y de haber dormido en su cama. No sé que me hizo pensar en que él podría intentar algo conmigo, de verdad fui muy ingenua.
Solo debo asegurarme, (si es que vuelve a buscarme) de dejarle en claro que no quiero nada, que estoy cansada de está calesita de emociones que no hacen más que volverme loca. No estoy para esto, no quiero que nadie me utilice. Además sé lo que sucederá conmigo, y no quiero sufrir de nuevo por él. ¿Cómo voy a hacer para alejarme de este cretino bipolar? Tengo que tener fuerza de voluntad y dejarlo pasar. Dicho así parece sencillo, pero quiero verme pasar del “dicho al hecho”.

Solo hay un problema, un pequeñísimo detalle… Estoy loca por él.




Más tarde me sentí una idiota contándole a mi amiga sobre Lucas, él chico que primero es amable y luego me da una patada cuando se le da la gana.
También le conté de mi discusión con Ian y la charla con Bruno.
Después de descargar mi frustración ella dijo que sería una buena idea ir de compras. Me reí y acepté.
Por loco que parezca nunca me gustó ir de compras, al menos que esas compras sean de libros, lápices o cosas de mayor interés para mí.
Después de dar miles de vueltas y probarse ropa como una maniática, con Al terminamos en un local de ropa interior, ya que yo necesitaba comprarme algunos conjuntos.




— ¡Mira esto! — Gritó sosteniendo un diminuto pedazo de tela de color rojo.



— Ni lo sueñes, no es mi estilo — Reí mientras tomaba un sostén negro de encaje —



Una señora muy bien vestida pasó por nuestro lado y murmuró algo así como ¡Pero qué pervertidas! Más tarde reímos cuando la vimos volver por el pequeño pedazo de tela rojo.
Después de dar algunas vueltas compre algunos conjuntos.

Cuando salimos del local fuimos directo a casa y Al insistió todo el camino en que debíamos salir a la casa de fraternidad y romper la noche.
Ni de broma quiero aparecerme por ahí, sobretodo porque estoy casi segura de que Lucas asistirá a la fiesta, y yo aún me siento bastante ofendida por lo que me dijo. Sé que él solo era honesto, y que probablemente está acostumbrado a decir eso porque jamás se enamoró y jamás le importó nada los sentimientos de la gente. Da igual cuál fue el motivo, duele como si me hubiera dado el dedo chiquito del pie contra la mesa.
Un dolor no tan profundo, pero sumamente molesto.

Afortunadamente Bastian llamó a Al para salir, y eso quería decir que yo podía quedarme sola en casa mirando una película, leyendo, o incluso mirar el techo, sin moverme de aquí.
A las 19:30 Al salió del departamento dejándome en mi amada, pero vacía soledad.



Pasaron dieciséis días desde que vi a Lucas por última vez, y debo reconocer que me siento bastante tranquila a pesar de que lo echo muchísimo de menos.
No lloré, no grité, no lo busqué, no hice nada. Solo estoy tranquila, demasiado tranquila.
No lo crucé por ningún lado, ni siquiera en la universidad. No me envió ningún mensaje de texto, y ni hablar de haber llamado.
Yo tampoco le escribí, pero estuve a punto de hacerlo en varias ocasiones, pero mi amada fuerza de voluntad me salvó de cometer una estupidez.
Mi cerebro me pedía a gritos que me rinda y lo deje pasar, pero mi corazón me decía que debía seguir esperando.
Está vez tomé el consejo de mi cerebro y decidí eliminar su número, aunque aún sigo recordando los últimos tres dígitos y una parte de mí espera ansiosa porque me escriba. Trato de no pensar en ello.

Mi prueba como gerente sigue, y para mi sorpresa, Tom está conforme con el trabajo que vengo haciendo.
Este fin de semana habrá una convención de literatura y tendré la posibilidad de viajar con algunos compañeros y pasar dos días fuera de la ciudad. Ni yo me creo la suerte que tengo.

Por otro lado el tema con mis amigos va muy bien, pude arreglar las cosas con Ian. Ambos nos pedimos disculpas, y hablamos sobre Sofía, las cosas no van muy bien entre ellos, pero de todas formas, aún siguen juntos.
Con Bruno nos vimos una vez más desde la última charla, pero me manda mensajes seguido.
Mi querida Al está un poco malhumorada estos días, ella dice que siente un poco de estrés, creo que el hecho de volver a ver a Ian la afectó un poco. A veces me pregunto ¿Por qué rayos son tan cabezotas? Ambos se quieren, se nota a kilómetros, y no están juntos. Mi instinto de Cupido me dice que debería secuestrarlos y encerrarlos en una habitación para que arreglen las cosas. Luego recuerdo que eso es sumamente ilegal y se me pasa.

Lo único malo de todos estos días (además de la ausencia del Sr Cretino Dubois) es que me desmayé hace una semana en el trabajo, a pesar de que mis compañeros me asistieron de inmediato pasé la vergüenza de mi vida.
Tom me dijo que depende del resultado de mis exámenes, dependerá si viajaré o no.

El querido lunes llegó y con él, son diecisiete jodidos días que no veo a Lucas.
Hoy debo ir a buscar mis exámenes y visitar al Dr Bernard para saber el porqué de mi desmayo y mis frecuentes mareos.
Mientras conducía hacia la clínica mis ojos se desviaron a la calle que me lleva a la casa de Lucas, tal vez, si paso por ahí… ¡No! Tengo que cortar con esto.
Llegué a la clínica y esperé unos veinte minutos, cuando llegó mi turno ya me había quitado todo el esmalte de seis uñas.




— Señorita Marlene — Dijo un hombre canoso con una amistosa sonrisa más blanca que su cabello.




— Hola Dr Bernard — Saludé mientras entraba en el consultorio.



— Cuéntame, ¿Cómo estuvo tu semana? — Dijo una vez que estuvimos sentados.




— Solo asistí a mis clases, y me dieron algunos días de descanso en el trabajo —



— Muy bien… — Dijo mientras abría el sobre con mis estudios.




Comencé a jugar con mis manos mientras miraba como el doctor fruncía el ceño.




— Marlene… ¿Has pasado por estrés en estos días? ¿Te peleaste con alguien? ¿Pasaste por alguna situación difícil?




— Tuve una discusión con mi mejor amigo pero nos arreglamos a los dos días — Ah sí, y él chico que me gusta me dio una patada y no volvió a hablarme básicamente, pero eso no se lo contaría al doctor, después de todo, ni siquiera lloré por Lucas. Sólo seguí con mi vida tratando de ser normal.



¿Quién puede ser normal después de un chico así?


¿Yo? Claro que no.


— Tu salud está perfecta, los resultados están bien —




— ¿Entonces…?— Pregunté.




— No soy psicólogo, pero puedo darte un consejo— Dijo sonriendo— Creo que deberías descansar y dejar de preocuparte. Si hay algo que te inquieta debes buscar la manera de arreglarlo o de que no te afecte—




— Pero no hay nada. Todo está bien… —





— De todos modos haremos algunos estudios más para estar seguros, pero creo que deberías descansar —




— ¿Descansar más de lo que hago? — Asintió y continué — Este fin de semana habrá un viaje de trabajo, es más de descanso… Al menos para mí.
Solo será una noche la que debemos trabajar en una convención de libros, sería como estar en casa. — Sonreí tratando de convencerlo para que me de la autorización.




Luego de una larga charla y unos cuanto “Deja de preocuparte” de parte del doctor Bernard, pude conseguir la autorización para demostrarle a Tom que mi salud está perfecta.
Salí de la clínica y me pregunté a que se debe mis dolores de cabeza, mareos, incluso me parece raro haberme desmayado.
Llamé a mis padres para contarle que mis estudios salieron bien, y que no era necesario que mamá se quedé conmigo. La semana pasada ella vino a quedarse dos días conmigo y con Al.


El jueves por la tarde mientras estaba en casa acomodando mi pequeño bolso para el viaje, encontré mi diario. Mi padre me lo dio la semana que vino cuando yo me desmayé, recuerdo que me reí mucho al ver como lo ocultaba de mi mamá para que ella no lo vea.
Adoro esos momentos con mi padre en los cuales tenemos nuestros pequeños secretos, obviamente con mi mamá también compartimos nuestras cosas.
Releí las páginas de mi diario y noté que casi todas las cosas escritas eran sobre Lucas.


<Jamás podré olvidarlo, y algo me dice que jamás lo tendré>


Suspiré y lo cerré.


Pensé que sería una buena idea dejarlo estar, ese diario no hace más que recordarlo, y no es muy bueno para mi salud mental.
A una parte de mi le da nostalgia tirarlo, de alguna manera fue mi compañía, y también fue el primer lugar donde escribí mis sentimientos.
Quizá sea patético aferrarse a un simple diario, pero formó parte de mí mucho tiempo.
Trato de convencerme de que si lo tiro, sería una manera de dejar a Lucas atrás. Debo superarlo… Necesito superarlo.



Después de dejar todo listo para el viaje, decidí salir con Al, Bruno e Ian.
Afortunadamente Sofía no vendrá, además me hubiera enojado si Ian la invitaba. Al y él volvieron a verse y hablan de vez en cuando.
Ellos querían “despedirme” a pesar de que solo me voy dos días, empiezo a creer que festejaran hasta el más mínimo detalle de mi deprimente vida solo porque creen que algo raro hay conmigo, además de mi salud, claro.

Fuimos a una feria que se encontraba a unos treinta minutos de casa.
Los chicos jugaron competencias para ver quien ganaba más premios derribando latas con una pelota.
Con Aldana los sacamos de los juegos porque no queríamos cargar con los peluches que fueron ganando.




— Debo reconocer que son buenos para este juego — Dije mientras cargaba un oso rosa y un elefante que me recuerda a Paradise la canción de Coldplay.




— ¿No podemos dejar los peluches en tu auto? — Preguntó Aldana a Ian — Recién llegamos y tendremos que cargar con todo los premios, además quiero ir a buscar mi campera —




Ian se aclaró la garganta y asintió — Vamos — 




— Me quedaré aquí — Anuncié.




— Bueno no te vayas muy lejos — Bromeó Ian, girando las llaves de su auto en su dedo.




— Pareces mi padre — Dije riendo.



Le hice una seña a Bruno para que los acompañara, no sería bueno que Al esté sola con Ian, tal vez sea un poco incomodo, aunque están haciendo un gran esfuerzo y están llevando bastante bien la situación.

Recorrí la feria y me quedé mirando mientras unos niños jugaban al tiro al blanco.
Sentí una mano en mi hombro y me di vuelta al instante.




— Bruno… ¿Por qué los dejaste solos? — Pregunté mientras miraba por encima de su hombro.




— Ellos quisieron quedarse solos, relájate — Dijo con una sonrisa.




— De acuerdo. ¿Los esperamos aquí? —




— Vamos a ganar algunas cosas y luego volvemos — Dijo guiñando un ojo.



Unos cuantos minutos después fuimos por algo para beber y seguimos caminando.




— ¿Tanto van a tardar? ¿No crees que debamos buscarlos? —




Bruno dejó escapar una carcajada.



— ¿Qué pasa? — Arqueé una ceja.




— Nada… ¿Te estás aburriendo conmigo? —




— Claro que no, pero no entiendo porque tardan tant… ¡Oh! —




 — Creo que se están reconciliando, ¿Tienes hambre? — Dijo riendo.




Creo que Bruno acaba de confirmar sus sospechas… Soy una completa y pura virgen. Al único chico que se lo conté fue a Lucas, en realidad porque me lo preguntó, en fin. Ambos lo saben ahora.

Mientras Bruno esperaba por nuestra comida, yo me senté en un banco a esperarlo. De vez en cuando él se daba la vuelta para verme y sonreía.
Él es lindo y me respeta, pero no creo ser capaz de intentar algo con él, lo veo más cerca de ser mi amigo a ser algo más.
En cambio Lucas no me respeta, ni me quiere, pero con él, si lo intentaría aunque sea un cabeza de chorlito (Y yo una idiota), muy a mi pesar lo quiero. Pero hace días que no lo veo y mi esperanza murió lentamente.

El chico de pelo negro con mirada intensa se acercaba a mí con nuestra comida en sus manos.




— Tu hamburguesa — Dijo mientras me tendía una bolsa.




— Gracias — El estomago me rugía, estuve tan pendiente de armar el bolso para mañana que ni siquiera comí el día de hoy.




— ¿Cómo te preparas para mañana? —




— Tengo muchas ganas de viajar — Sonreí.




No veo la hora de que sea mañana…




####





Acabo de llegar de España y ya tengo que hacer otro viaje. Mañana habrá una convención de literatura fuera de la ciudad, y me pidieron liderar el stand de libros electrónicos.
Lo bueno del viaje es que ganaré experiencia y posiblemente me asciendan, aunque para eso tal vez tenga que esperar hasta terminar la Universidad, solo me quedan dos materias, posiblemente termine a mitad de año.
Hace una semana volví a España porque mi madre quería verme, y yo no quiero que viaje. No con mi padre cerca. Además necesitaba pensar lejos de aquí.

Después de tanto insistir fui con Eric y algunos de sus amigos a la jodida feria. Necesito callar las voces de mi cabeza que no dicen más que estupideces. Solo pienso en una persona, y no dejé de pensar ni un instante. Mi cabeza no me da tregua.
Ella tiene el poder para hacerme enojar, y es experta en fastidiar, pero me gusta tenerla cerca, no puedo negarlo. Hay algo, y sé que es solo físico, tiene que serlo.
Jamás deseé a nadie como a ella, quiero enseñarle todo lo que sé, pero sé perfectamente que no es como las demás. Marlene es frágil, inocente, dulce… ¡Mierda! Jamás usé esas palabras con nadie.
Tengo una lucha interna, quiero hacerla mía, pero también sé que debo dejarla en paz, no me creo capaz de ser su primer hombre, no porque no quiera sino porque no es correcto, yo no busco una relación, solo quiero… divertirme… Ella merece más de lo que yo puedo ofrecerle.

Entramos a las carpas donde estaban las mesas de pool, y estuvimos ahí lo que pareció horas.




— Estás distraído Dubois — Dijo Victor, uno de los tantos amigos de Eric.




Lo miré y puse mi sonrisa más arrogante.  — Eso no evitó que gane jugando al pool —




— Si, y quiero la revancha — Dijo mientras se marchaba sonriendo.




Me encontraba sentado en una silla mientras los demás seguían jugando. Solo jugué dos veces, y en ambas ocasiones gané.
Dejé mi silla y la cerveza sin abrir y salí a caminar. Mientras recorría la feria mis ojos se posaron sobre una chica de pelo castaño hasta los hombros. Se cortó el pelo, porque recuerdo que algunos bucles le pasaban los hombros.
Noté que su mirada estaba fija hacia adelante y ella sonreía de vez en cuando. Estaba observando algo o alguien, quizás.
Hace muchos días que no la veo, y la encuentro más linda de cómo la recordaba.
Recuerdo como me dejó la última vez que la vi, ella en mi cama, yo encima… Si no hubiera tenido un poco de dominio propio, jamás la hubiera dejado salir de mi departamento, pero afortunadamente para ella, lo tuve.
Estoy parado como un idiota entre toda esta gente observándola, y ella ni siquiera se percató de mi presencia.
Cuando decidí acercarme solo para fastidiarla porque me gusta como frunce el ceño y lo roja que se pone cuando se enoja, pude ver a Bruno con comida en sus manos… Lo encuentro igual de jodido e imbécil que la última vez.
No me cae bien ese tipo, y no hay que ser adivino para saber lo que quiere de Marlene.

Suspiré y di media vuelta.


¿Qué mierda me pasa? Yo mismo fui el que le dijo que era libre, que no debía darme explicaciones, pero ese tal Bruno no es para ella… Aunque yo tampoco lo soy.
La jodí muchos años, no debería seguir molestándola, pero algo invisible me une a ella indudablemente. Y creo que las ganas de tenerla me está volviendo loco.
Nadie nunca me dijo que no. Ninguna de las chicas con las que estuve necesitó una cita o palabras cursis para llevarlas a la cama. Solo pasaba.
Pero con Marlene es un trabajo lento, pero algo me dice que está mal, que no debería hacerle esto. Voy a volverme loco, ella me está volviendo loco y no me gusta la manera en la que estoy perdiendo el control de las cosas.

Eliminé su número hace unos días, y ya me decidí a dejarla. No sirve ser su amigo, pero sé que jamás tendría algo con ella, esto no tiene que ver con sentimientos, solo es físico.
Eso es lo que me digo cada día desde que se marchó de mi departamento la última vez.


El viaje de mañana arreglará todo, quizá conozca a alguien para enredarme. Descubrí que desde que Marlene comenzó a quedarse a dormir, no he estado con nadie íntimamente.
Quizá sea solo eso. Seguramente lo que necesito es conocer a otras chicas y tirarme hacia alguna.


No veo la hora de que sea mañana…



 ####





Después de una linda noche en la feria, a pesar de la pequeña ausencia de Ian y Al, que obviamente después ni siquiera podía mirarlos a los ojos, volví a casa algo cansada.
Al se fue con Ian, supongo que dormiría con él esta noche, espero que arreglen todo y que él de una vez por todas le dé una patada a Sofía.


A la mañana siguiente me levanté temprano, me duché y cambié rápido. Agarré mi bolso y salí del departamento. Dejé mi auto en el estacionamiento y le dejé las llaves a Al. Este fin de semana el auto será suyo, y que Dios me ayude.
La combi que iba a llevarnos pasó por mi puerta y subí. Era la última así que solo quedaba un lugar, al lado de Tom. El asiento a su lado estaba vacío y creo que se debe a su mal humor en la mañana.
Después de cinco horas de viaje llegamos al hotel, el lugar era bonito, sencillo y limpio.
Todos nos hospedábamos en el cuarto piso, y tenía una habitación solo para mí.


A las 19:30 comenzaban las diferentes exposiciones y Tom me quería a mí y a otros dos compañeros en la parte de libros electrónicos, me pareció extraño pero tal vez quiera invertir en ellos, no nos dio mucha información.
Con nuestro uniforme y nuestros nombres escritos en un bonito pin salimos a recorrer los diferentes stands buscando el que necesitábamos.



— Estoy muy cansada— Dijo Lara una chica morena de rulos y ojos oscuros.


— No lo entiendo, si dormiste todo el viaje — Bromeó Samuel, él era todo lo contrario a Lara, tenía el pelo rubio y ojos azules. Se ve que eran muy amigos, de todos modos me recibieron con una sonrisa y hablaron conmigo toda la tarde.

Cuando llegamos a la parte de libros electrónicos me sorprendí al ver todos los tipos que había. Diferentes modelos, tamaños, colores. Increíbles.


— ¿Puedo ayudarlos? — Se escuchó una voz familiar, potente, masculina, intensa.
No me di vuelta pero escuché maldecir a Lara y decir algo así como “Él es taaaaan sexy”

Me di la vuelta y vi a Lucas. ES-TO-NO-ME-PUE-DE-ES-TAR-PA-SAN-DO.

Jodido destino, jodida convención, jodido Tom, jodidos libros electrónicos, y jodido y sexy Lucas.

Noté que no era la única con la boca abierta, mis compañeros de trabajo también se quedaron con la misma expresión que yo, y mi sospecha de que a Samuel le gustan los hombres se confirmó.
Como nadie habló me aclaré la garganta y fingí profesionalismo.




— ¿Eres el encargado? — Él cretino asintió y me ofendió el hecho de que esté tan tranquilo y despreocupado. Apuesto que no se le movió ni un pelo por no haberme visto durante tantos días. — Queremos que nos cuentes un poco sobre los beneficios de los libros electrónicos —




Lucas sonrió y me pareció escuchar un suspiro por parte de mis compañeros, no sé cuál de los dos fue. — Más tarde habrá una charla por parte del encargado… Aunque puedo darles un resumen si les interesa —




— Claro — Respondieron Lara y Samuel al unísono.




Mientras Lucas nos hablaba de los libros electrónicos yo no lo miré. Tenía la vista fija en mi anotador y mi lapicera.
Antes de despedirme huí lejos del stand donde se encontraba y noté que mis compañeros se quedaron charlando con él, bien por ellos.

Después de una tarde de conferencias, conocimientos y trabajo, volvimos al hotel, y Lara insistió en que debíamos hacer algo. Por lo que no pasaron ni cinco minutos que ya los tenía en la puerta de mi habitación.




— Traemos bebidas — Dijo Samuel cuando abrí la puerta con una enorme sonrisa.




Yo me encontraba sentada en mi cama junto a Lara y Samuel estaba en una silla enfrente de nosotras. Él sirvió una bebida de color azul como sus ojos y me guiñó un ojo cuando me lo dio. Fruncí el ceño al ver lo poco que sirvió, pero después me encogí de hombros.
Una alarma me decía que no beba nada, que debía descansar, pero por otro lado, mi parte nerviosa me decía que haber visto a Lucas no iba a dejarme dormir, así que debía beber.




 — ¡Bien! — Dijo Samuel — Todos nos haremos preguntas. Si la respuesta es afirmativa deben beberse su vaso. — Ahora entiendo porque él sirvió tan poco.




— De acuerdo  —Dijo Lara chillando. — Comenzaré yo… — Nos miró con picardía — ¿Quién alguna vez hizo algo sucio? —




— ¿Sucio como ir al baño? O ¿Sucio como sexo? — Comentó Samuel y no pude evitar reír.





— Sucio como sexo… solitario — Ambos rieron a carcajadas y yo me sonrojé, a pesar de que los vi algunas veces, jamás habíamos hablado, y mucho menos de cosas tan intimas.



Lara y Samuel tomaron sus bebidas, y fruncieron el ceño cuando vieron que mi vaso seguía intacto.
Si las preguntas serán sobre “Sexo”, estaré sobria toda la noche.



— Me toca, ¿Atarían al adonis del stand de libros electrónicos a la cama y no lo dejaría escapar? — Dijo Samuel y se bebió su bebida. Lara lo siguió, y yo hice lo mismo porque me pareció una excelente idea.



— Te toca Marlene — Me animó Lara.




— De acuerdo…— Mi creatividad se había volado y solo en mi cabeza rondaba la imagen de Lucas atado a una cama. — ¿Alguna vez… Dejaron a alguien… Con ganas de más? — No puedo creer que haga esta pregunta.




 — ¿Te refieres a dejar a alguien sin su premio? ¿Me estás preguntando si dejé a alguien caliente? — Preguntó Lara sin rodeos, asentí y sonrió. — Jamás haría eso…—




— Yo una vez, mi novio quería hacerlo, pero yo no tenía ganas, así que terminó en algunos besos — Dijo Samuel para después beber su vaso, yo lo seguí.




Después de media hora de preguntas los tres terminamos en el piso alfombrado. Yo no estaba borracha, solo tomé dos vasos, porque las siguientes preguntas fueron sobre experiencias sexuales y yo no tengo ninguna.
Alguien tocó mi puerta y miré a los chicos.




 — Llegó el stripper — Dijo Samuel riendo a carcajadas mientras Lara lo acompañaba.




— ¿Qué? — Pregunté alarmada y pensé cuan sexopatas eran estos dos.




— Es un chiste, solo es un amigo que invitamos — Dijo Lara.



Abrí la puerta y como no, me encontré con Lucas.




— ¿Llegué tarde? —




— No — Respondieron los chicos y él entró a mi habitación como si nada. Más tarde hablaría con Lara y Samuel.




Sentí la intensa mirada de Don Arrogante durante la media hora que seguimos jugando al juego de responder y beber. Lucas había tomado tres copas, y fueron en las preguntas de sexo, que raro.
Samuel y Lara se miraron todo el tiempo y sé que algo me están ocultando, o quizá sea paranoia mía, y solo sea una mirada de borrachos.




— Nosotros nos vamos — Dijo Lara mientras se levantaba junto a Samuel. Dejaron la habitación antes de que pueda decir algo.




— Te ves bien — Dijo Lucas, y cuando me di vuelta estaba recostado en mi cama sonriendo.




— ¿Puedes irte? Estoy muy cansada —




— Puedo hacer que te relajes — Dijo estirándose en la cama y la fantasía de atarlo a ella volvió.




— Hablo enserio — Dije cruzada de brazos.




— Yo también —




— No estoy para bromas… — Respondí con mi mejor cara de enojada.




— No estoy bromeando — Dijo mientras se acercaba a mí. Oh Dios.




— No te acerques —  Dije poniendo una mano en su pecho — Siempre haces lo mismo —



— ¿Qué hago? No puedes fingir que no quieres esto. Sé que lo quieres — Dijo entrelazando mi mano a la suya y acercando su boca a la mía.



Pude huir de su agarre y me fui al otro lado de la habitación.



— Tú no sabes lo que quiero — Hablé bajo.




— A mí… Eso es lo que quieres. — Arrogante y todo, pero tiene razón.



Lo miré y no pude negar lo que dijo.
Lucas se acercó y antes de protestar ya me estaba besando. La sensación era tan familiar, y me recordó lo mucho que lo extrañaba, a él, su aroma, su sabor, incluso sus estupideces.
Me subió encima del mueble en la habitación y rodeé mis piernas a su cintura, podía sentir cada parte de su cuerpo, y la sensación era sumamente excitante.
Gemí cuando me acercó más, y joder, lo pude sentir con más intensidad. No sé como pararé esta vez, él es un idiota, un jodido idiota, pero no puedo luchar contra esto, lo deseo, Lucas tiene razón.
Me tomó entre sus brazos y rodeé mis manos en su cuello. Mi espalda chocó suavemente contra la pared, y él separó nuestras bocas para hablar.




 — Hay algo que quiero hacerte — Gruñó en mi oído. — ¿Me dejas? —




— No sé si es el momento de hacerlo— Dije contra su cuello, no era capaz de mirarlo a los ojos.




— No hablo de tener sexo… — Se separó para buscar mi mirada. — Quiero hacer que te relajes. —




— ¿Me harás masajes? — Pregunté con el ceño fruncido.



Él contuvo la risa y besó mi cuello. Joder, yo estaba excitada, si sigue así lo ataré a la cama. — Es como hacer masajes — Dijo mostrando un hoyuelo y tragué saliva, sé a lo que se refiere.




— Si no quieres…— Negué con la cabeza, quiero que me toque. — De acuerdo hermosa, si te sientes incomoda, no dudes en pararme, ¿Si? — Asentí contra su cuello, ni siquiera podía mirarlo a los ojos.




Me guió a la cama y sentí que me apoyó despacio, dejándome sentada. Mi respiración estaba agitada, y tenía mucho calor, es como si mi cuerpo pidiera a gritos que me quite la ropa.
Sus manos viajaron al botón de mis jeans y lo desabrochó sin problema. Mientras bajaba el cierre noté su mirada clavada en mi cara, pero yo no dejaba de mirar sus manos.
Sin ningún problema me quito mi pantalón, y se recostó a mi lado.
Su boca buscó la mía, y yo lo tomé de su cuello y tiré de él en busca de más. Su lengua jugó con mi lengua y yo estaba enloqueciendo, sentí una húmeda sensación en mis bragas, una sensación que solo sentí con Lucas.
Él estaba encima de mí y comencé a acariciarle la espalda hasta que lo dejé sin su camiseta.



Recordé algo y me separé de él.




— ¿Qué sucede? ¿Estoy yendo rápido? —




Negué con la cabeza. — No es eso. La puerta está sin llave. —




Él sonrió y en un segundo corrió hacia la puerta poniendo seguro, y volvió rápidamente a mi lado.



— Hermosa — Susurró contra mi cuello, mientras subía lentamente mi remera hasta quitármela.
Mi lado inseguro me dice que no debo verme bien en ropa interior por lo que intente cubrirme. — No te cubras, no sabes lo hermosa que estás así — Dijo y me besó, hasta que me dejó sin aliento.



Sus manos jugaron con el elástico de mi ropa interior y tiró de ella mientras besaba mi hombro.



Cuando su mano estuvo en mis bragas me preguntó. — ¿Alguna vez te han…—
Antes de que terminara su pregunta negué con la cabeza.




Sus dedos rozaron la piel más sensible de mi cuerpo, él lugar donde nadie jamás ha tocado. No puedo creer que este compartiendo este momento tan íntimo con él.
Me besó para ahogar el gemido que salió de mi boca, cuando el hundió un dedo en mí.
Es la sensación más increíble que sentí en mi vida, podía sentir como su dedo jugaba adentro mío, y asombrosamente mi vergüenza se había ido.
Con mi brazo rodeé su cuello mientras él seguía con su dulce asalto, lo besé mientras gemía su nombre.
Siguió moviendo su dedo con cuidado y yo apreciaba el hecho que sea tan atento y delicado conmigo. De verdad debo quererlo, en verdad debo estar enamorada, porque jamás le confiaría a nadie este momento.




— ¿Estás bien? — Dijo contra mis labios y asentí, no era capaz de hablar.




Luego de unos segundos podía sentir electricidad en mi vientre, era una sensación que me hizo arquear la espalda, ni siquiera sabía lo que hacía, mi cuerpo se movía solo, de mi boca salían gemidos sin mi permiso, El jodido pero tierno Lucas me estaba haciendo sentir sumamente bien, y no creo ser capaz compartir algo así con otra persona.
Sin quererlo él se metió en mi corazón, entró sin pedir permiso, y jamás salió, siempre fue él, siempre Lucas. Él único chico que quise, él único del que me enamoré.

Su dedo seguía moviéndose en círculos y por momentos entraba y salía de mí. Mi frente estaba sudada y traté de pegar mi cuerpo al suyo.
Cuando estaba a punto de explotar arañé su espalda como lo cavernícola que soy. Bien Marlene, bravo.
De todos modos a él no pareció importarle, gemí su nombre cuando me relajé con sus caricias.

Sacó su mano y acomodó mi ropa interior mientras me daba un beso debajo de mi ombligo.




— ¿Estás bien? — Volvió a preguntar y yo asentí mientras lo abrazaba.




Él se acomodó en la cama y me miró a los ojos.




Sin saber que decir le dije lo primero que se me ocurrió — Siento lo de tu espalda…—




Él sonrió — Me encantó — Dijo y me sonrojé.



Me acomodó en su pecho, y sentí como poco a poco se me cerraban los ojos. ¿Cómo pasamos de no vernos a hacer esto? Estoy en un viaje sin retorno con él, me entregué, y aunque no lo hice del todo, sé que hay una parte de mí que siempre le va a pertenecer.
Cuando llegué aquí creí que estaría enfocada en mi trabajo, creí haría que olvide a Lucas por lo menos unos instantes, pero jamás me esperaba esto.

Él me tiene en sus manos, tiene casi todo el control de mí, y le pertenezco aunque no creo que él sentimiento sea mutuo. Pero la forma en la que me trató, lo cuidadoso y dulce que fue conmigo, hace que me confunda. No sé qué pasará por la cabeza de este chico testarudo y gruñón, no quiero pensar en ello.


Solo quiero quedarme con este momento.


2 comentarios: