Experiencias
Un nuevo día
comienza y qué mejor manera de comenzarlo teniendo a Lucas acostado a mi lado,
con su brazo rodeándome la cintura.
Anoche antes de
venir hasta su casa tomé algo de ropa para dormir, él insistió en que podía
usar una de sus remeras, pero me negué y le dije que además de ropa necesitaba
mi cepillo de dientes, de pelo, entre otras cosas. Frunció el ceño pero luego
asintió sonriendo.
Pasado unos
minutos consigo salir de la cama sin despertarlo. Voy directo al baño para
lavarme la cara, cepillarme los dientes, y peinarme, pero no me cambié de ropa.
Para cuando volví a la habitación Lucas aún seguía durmiendo, y aproveché la
oportunidad para tomar mi celular y salir directo a la sala de estar para
llamar a mi amiga.
Después de
contarme algunas cosas sobre su cita con Bastian, que por cierto es el hermano
de Lucas, le conté que ahora me encuentro en su casa y que más tarde le daría
detalles. Corté y comencé a caminar por el pasillo que me lleva nuevamente
hacia la habitación de Lucas, me encanta el color azul marino de las paredes, y
lo limpio y ordenado que se ve todo, incluso mucho más que mi departamento, y
eso que vivo con la obsesiva por el orden.
Seguí recorriendo
y me quedé viendo la pequeña biblioteca que Lucas tiene en la sala, la mayoría
de los libros tienen que ver con Artes visuales y los que están en el estante
de más arriba son de informática.
Recordé lo que me
dijo, como su trabajo consistía en buscar información sobre diferentes personas
para después… estafarlos.
Me sorprende el
modo en el que me tiré a la pileta con él, en como dejé que por primera vez en
mi vida mande mi corazón, me aterra la idea de qué el pueda fallarme… Lo peor
de todo, es qué ni siquiera está obligado a tratarme bien.
No somos amigos,
ni novios, ¿Somos algo?, Creo que solo simple conocidos… Jamás se me ocurrió
pensar cómo llamar a esta rara relación.
Volví a la
habitación y ahogué un pequeño jadeo. Me encontré a Lucas que estaba de
espaldas a mí, con una toalla negra en su cintura y juro que vi caer en cámara
lenta las gotas que iban de su cabello hasta su cuello, y luego perdiéndose en
su espalda.
En momentos como
estos me gustaría tener más ojos, porque los míos no me alcanzan para ver todo
a la vez.
Lucas se dio
vuelta y enarcó una ceja.
— Sé lo qué estás pensando cariño. — Volví de mi pequeña burbuja cuando escuché
la palabra “cariño”. ¿Cariño? Él no hablaba enserio.
— Lo siento, no sabía que estabas…— Comencé a decir y él se volvió un momento
para sacar ropa de la cajonera y volví a
quedarme en silencio perdiéndome en su espalda.
— ¿Qué decías? — Dijo levantando la vista mostrando un
diabólico hoyuelo.
— Nada, voy a la cocina así te cambias… — Balbuceé.
— Sabes que no es necesario. —
No podía moverme,
o quizás no quería… Aún no lo descifraba.
¡Mierda! No creo
que sea capaz de terminar de desnudarse enfrente de mí… ¿No?
Mi mano seguía en
el picaporte, y noté mi boca ligeramente abierta, la cerré al instante y
parpadeé.
— ¿Esa es tu cara de observadora? —
— ¿Qué tiene mi cara? —
— Ya sabes…—
Dijo acercándose peligrosamente. —
Te quedas con la boca abierta, los ojos entrecerrados…—
Recuerdo que me
había dicho lo mismo el día que entré a su departamento por primera vez.
Debería
denunciarlo por hacerme esto, un chico no puede venir y hacer que pierda el
juicio en unos segundos con tan solo mirarlo.
— ¿Qué estabas
haciendo en la cocina? — Pregunta, y yo aún sigo pensando las gotas cayendo por
su espalda.
— Nada, solo llamé
a mi amiga para avisarle que…— Las palabras salieron atropelladas y él comenzó
a reírse.
— Dime… ¿Te pongo
nerviosa? — Dijo a centímetros de mi cara.
Sabe que me está
torturando, y sabe que me pone nerviosa y más aún porque el pequeño nudo de la
toalla está escandalosamente flojo, cualquier cosa podría hacer que se desate y
caiga. Un pequeño movimiento, una leve brisa, incluso mis propias manos.
— No. — Mentí y
tragué saliva cuando su boca tocó mi cuello.
— Eres muy mala
mintiendo. — Dijo contra mi cuello mientras sus manos tomaban mi cintura.
— ¿Tienes hambre?
¿Quieres que haga el desayuno?— Dije mientras respiraba como si hubiera corrido
una maratón.
Sin responder a
mis preguntas, Lucas continuó haciendo un
camino de besos por todo mi cuello, ¡Santo
cielo!
Jadeé cuando tomo
con su boca el lóbulo de mi oreja. Volvió a repetir la acción y puse mis manos
en su pecho para acariciarlo.
Aún con sus manos
en mi cintura él tiro de mí para acercarme más a su cuerpo, justo en ese
momento comenzó a besarme.
Su beso era
demandante y apasionado, y de alguna manera me costaba seguirle el ritmo, por
momentos mordía y tiraba de mi labio inferior suavemente para luego pasar su
deliciosa lengua.
Nombraría a su
beso como “beso bipolar” porque era lento y suave, para luego pasar a ser
rápido y duro. Iba a volverme loca, él me vuelve loca en todos los sentidos de
la palabra.
Sentí que me
guiaba por la habitación y mis piernas chocaron contra la cama.
Sin cortar
nuestro beso, Lucas me recostó sobre ella y recordé que el solo lleva puesto
una toalla y nada más, NA-DA-MÁS.
Corté nuestro
beso y noté como su pecho subía y bajaba con rapidez.
Comencé a tocar
las teclas de piano tatuadas en su piel, una por una pasando mi dedo índice.
Notaba su intensa mirada observando mi rostro, aún así seguí acariciándolo,
hasta que nuestras miradas volvieron a encontrarse.
— Vas a volverme loco. — Dijo y me quedé sin
palabras.
Acercó su boca a
mi oído y susurró. — No tienes la menor idea de todas las cosas que te haría, y
de cuanto te deseo. —
Quería saber
todas las cosas que es capaz de hacerme, pero por otro lado me da miedo que las
cosas vayan más rápido de lo que están yendo. Creo que no debería quedarme a
dormir con tanta frecuencia, al fin y al cabo no sé qué es lo que quiere, quizá
solo “me desea” y solo eso, pero no hay otro sentimiento, no quiero entregarme
a él, si lo hago ¿Qué pasará luego? ¿Dejará de hablarme? ¿Seré una más en su
lista? ¿Una más de sus amigas? No puedo hacer eso. Quiero tenerlo, pero no a
medias, quiero tenerlo del todo.
No fui capaz de
responder, solo me quedé en silencio. Luego lo abracé contra mí y uní nuestros
labios.
Otra vez me besó
lento mientras me acariciaba la cintura por encima de mi remera, sé que no
llegaremos a más, no quiero hacerlo, no creo estar preparada, pero no puedo
negarme a besarlo otra vez, aún no quiero romper este momento.
— Si sigues
acariciándome así no podré detenerme. — Dijo después de unos minutos y retiré
mis manos de su espalda.
Él comenzó a
reírse y besó mi mejilla antes de salir de la cama, afortunadamente la toalla
no se le cayó de su sitio, de todos modos me sonrojé y aparté la mirada.
Salí disparada al
baño a cambiarme. Tardé un poco más de lo que debería, pero la verdad es que
tenía miedo de salir y que siga semidesnudo solo para molestarme, mejor dicho
para incomodarme.
Volví a la
habitación y él vestía un jean negro y una remera blanca que resaltaba el ancla
tatuada en su brazo. Me quedé embobada mirándolo, otra vez.
— ¿A qué edad te
hiciste tu primer tatuaje? —
— A los quince,
¿Sigues con la plan de preparar el desayuno?— Preguntó y entendí que no
respondería más sobre su vida.
Me encogí de
hombros y fui directo a la cocina. Afortunadamente tiene de todo en la alacena,
así que no tuve que preparar nada elaborado.
Desayunamos en
unas banquetas de madera, y de vez en cuando él tomaba mis tostadas y le pasaba
el dedo por el dulce y se lo llevaba a la boca guiñándome un ojo, cuando
protesté él comenzó a reírse y dejó de hacerlo.
Luego de unos
minutos preguntó.
— ¿Qué planes
tienes? —
— ¿Para hoy? —
— No, después de
la universidad. —
Su pregunta me
pilló desprevenida, nunca me imaginé teniendo esta conversación con él. Para
ser sincera, nunca me imagine conversando este tema con nadie.
— Depende de cómo
me vaya en mi trabajo, estoy a prueba como gerente y quizás pueda obtener el
puesto. Si tengo suerte y sigo más tiempo trabajando, una vez que obtenga mi
título podré trabajar en la parte de publicidad, dirigiendo eventos y
convenciones, o quizá como ilustradora en alguna editorial. No lo sé lo que
venga primero. —
— ¿Y si no sigues
como gerente? — A pesar de lo negativa que pueda parecer la pregunta, él lo
preguntó de manera amable.
— Planeaba viajar
a Estados Unidos, tengo a mis primos viviendo allí así que puedo vivir con
ellos hasta que pueda conseguir un empleo. — Me sorprende lo sincera que fui,
pero la verdad es, que desde que lo volví a ver no creo que quiera irme de
aquí.
— ¿Por qué tan
lejos? —
— Tengo esa idea
desde hace varios años. Mis padres planeaban llevarme a Norteamérica desde hace
tiempo, querían que viva un tiempo con mi familia y que pudiera estudiar allí. —
— ¿Por qué? —
Parecía no entender la decisión de mis padres.
— Porque mi vida
apestaba básicamente, y no me gustaba estar aquí, no encajaba. —
— ¿Fue… por mí? —
Preguntó, y en parte si fue por él, pero hubieron muchas cosas más.
Negué con la
cabeza. — Además de que no encajaba, podría tener más conocimientos y otra
educación, creíamos que valía la pena. —
— ¿Por qué no
fuiste? —
— Porque le
robaron dinero a mi padre. —
Lucas me observó
fijamente, y sé que está pensando en su pasado y en el trabajo de su tío.
Asintió y se
perdió en sus pensamientos.
Tomé su mano y
comencé a acariciarla y fui subiendo hasta llegar al ancla tatuada en su brazo,
donde acaricié despacio. Notaba su mirada clavada en mí, pero no me ponía
nerviosa, solo quería que olvide su pasado y que podamos seguir charlando como
veníamos haciéndolo.
— Ese fue mi
primer tatuaje. — Dijo sin mirarme y con el ceño fruncido.
Seguí subiendo mi
mano por su hombro hasta llegar a su rostro donde acaricié su mejilla. Lucas
sonrió y puse mi dedo en los maravillosos hoyuelos que se formaron con su
sonrisa. Él tomó mi muñeca jugando y luego sus ojos se posaron en mi pulsera.
— Que cursi. —
Dijo refiriéndose al corazón que había al lado de la letra M.
Me tensé y no
dije nada. Supongo que por mi mirada él notó que ocultaba algo. — ¿Qué pasa? —
— Nada. — Dije y
pensaba en hacerle la misma pregunta que él me hizo a mí, ¿Cuáles son sus planes cuando termine
su carrera? Pero se adelantó.
— ¿Quién te dio
esa pulsera? — No quería responderle pero sabía que era tonto ocultárselo.
— Bruno me la
regaló una vez y… — Su rostro se oscureció y tragué saliva antes de continuar. —
La pulsera me pareció bonita y por eso continué… usándola. — Finalicé.
— Ah. — Dijo y se
levantó. — Debo salir ahora, puedo llevarte a tu casa de pasada. —
Su humor cambió
al instante y yo me sentía una idiota por usar la pulsera, pero no lo hice por
ninguna razón en especial simplemente me gusta.
— Lucas… — Dije
tomándolo del brazo y se alejó. — Yo no tengo nada con él.
Para mi sorpresa
él sonrió y dijo. — No tienes que darme ninguna explicación, eres libre al
igual que yo. — Dijo y me guiñó un ojo.
Yo estaba asombrada,
ofendida, y dolida ante su comentario. Creí que al menos le importaba un poco,
hasta me esperaba que me haga miles de preguntas. Creí que me gritaría y que me
obligaría a quitarme la pulsera pero no. No sucedió nada de eso. Solo me
recordó que no me pertenece y qué él es libre, cosa que me hace pensar qué aún
debe andar con muchas chicas más aparte de mí.
<<Muchas chicas que le dan lo
que tú no le das>> Me recordó
cruelmente mi subconsciente.
— Puedo ir sola a
casa… — Dije.
— Como quieras… —
Respondió y me sonrió.
Salí del maldito
departamento antes de hacer alguna estupidez como seguir humillándome,
gritarle, o incluso llorar.
Cuando estaba
afuera recordé que anoche vinimos en su auto, por lo que debía camina hasta mi
casa.
— ¡Marlene! — Escuché mi nombre de una
inconfundible voz.
Me di vuelta y vi
una pequeña y leve esperanza.
Lucas me alcanzó
trotando y se paró justo delante de mí cuando dijo.
— Olvidaste tu
celular. — Toda esperanza se disolvió junto a mi estúpido corazón.
— Gracias. — Dije
tomando mi celular sin hacer contacto con sus manos.
Di la media
vuelta y comencé a caminar, me obligué a dar cada paso sin mirar hacia atrás.
Llegué al
departamento y mi amiga dormía. Fui directo a mi habitación tomé mis auriculares
y comencé a limpiar todo el lugar.
Al cabo de media
hora de una limpieza profunda, me senté en el balcón con mi cuaderno y comencé
a dibujar. Mi cerebro y mis manos guiaban al lápiz a dibujar sonrisas con
hoyuelos y miradas intensas o con el ceño fruncido.
Rompí algunas
hojas y me concentré en dibujar portadas de libros o diferentes símbolos
mientras estaba acompañada por buena música.
Estaba en mi
mundo perfecto, un mundo que creé para mi sola, donde solo hay música, dibujos,
libros y aire fresco. Un lugar donde las preocupaciones y problemas quedan de
lado, y solo hay lugar para pensar en las cosas que más me agradan.
Esto es lo que
solía hacer cuando me deprimía, aferrarme a las cosas que más me gustan para callar
a mis pensamientos que no hacían más que torturarme.
Mientras dibujaba
garabatos una y otra vez, una mano agitándose delante de mis ojos me regresó a
la realidad.
— Hola — Escuché
la voz de Bruno mientras me quitaba los auriculares.
— Hola — Saludé mientras
lo invitaba a sentarse en el balcón.
— Al me abrió la
puerta, siento no haber avisado. —
— No te
preocupes. — Dije con una media sonrisa.
— Estuve llamando
hace rato, ahora entiendo porque no me escuchaste — Dijo señalando los
auriculares bromeando.
— Lo siento,
estaba…—
— ¿Ocupada? —
— Algo así —
Respondí sonriendo mientras cerraba mi cuaderno.
— Quería saber
como estas… —
— ¿Te refieres a
lo que pasó con Ian? Ni yo puedo creerlo. — Suspiré.
— Me refiero a
todo… Hace tiempo quería verte. — Sonrió.
— Gracias — Dije por su compañía y por preguntar como
me siento. — Supongo que Ian te contó todo lo sucedido.
— Si, me lo contó
anoche cuando estuvimos solos… — Se tomó un tiempo y continuó. — Ian me contó
todo sobre tu… Sobre Lucas. — Habló y sentí un pequeño dolor en el pecho al
escuchar su nombre. Soy patética.
— Esto en
realidad viene hace mucho, de cuando íbamos a la escuela—
— Lo sé. Y
entiendo porqué se puso así cuando vio a Lucas, pero no justifica las cosas que
te dijo— Si algo tiene en común Bruno y su primo es que ambos son sumamente
honestos.
— Da igual,
pienso pedirle disculpas — Dije mientras miraba el paisaje urbano enfrente de
nosotros.
— ¿Por qué? —
Lo miré
sorprendida. — Porque que le dije que nunca ha superado lo que Sofía le hizo—
— Él debe pedirte
disculpas, y tú tienes razón— Lo miré a los ojos— No entiendo a mi primo, no sé
porque está con ella, ni siquiera la quiere, además siempre está hablándome de
Aldana. — Habló en voz baja.
— No me gusta esa
chica — Confesé.
— A mi tampoco,
está manejando a Ian a su gusto y no sé que pretende… En realidad no sé que
pretenden los dos. Hacer que funcione algo que nunca funcionó en el pasado, es
simplemente absurdo, porque ninguno de los dos están comprometidos con la
relación. —
— Sé que Ian aún
siente algo por Al pero, creí que estaba emocionado con Sofía. — Comenté.
— Exacto. Solo
está “emocionado” pero no la quiere, te lo aseguro. —
— ¿Y por qué no
viene a buscar a Aldana? No lo entiendo. —
— No lo sé… —
Respondió mirando hacia la ciudad.
— ¿Está muy
enojado conmigo? —
Bruno sonrió. —
No. La verdad es, que tiene miedo de perderte, eres como su hermana —
No pude evitar
sonreír aliviada. — Para mí es igual. Espero poder hablar hoy con él. —
— Puedes
escribirle… — Miró al suelo donde estábamos sentados antes de seguir hablando. —
Hay algo que he querido hablar contigo hace unos días…—
— Dime… —
Contesté nerviosa, no hay nada peor que la frase “tenemos que hablar” o en este
caso, “hay algo que he querido hablar contigo”.
— Nosotros… — ¡Mierda! — Bueno, lo que sucedió entre
nosotros… En realidad, quería aclarar las cosas… Solo eso…—
Asentí para que
siga hablando.
— Sé que tienes
algo con alguien… — Me miró a los ojos esperando a que afirme lo que decía,
pero no lo hice. — Y no quiero traerte problemas, pensé que lo mejor es quedar
como amigos, ¿Qué dices? —
Sonreí y asentí. —
Me alegra aclarar esto, tú me caes muy bien, y en verdad quiero que seamos
amigos. —
Sonrió achinando
sus ojos, ese gesto es uno de los que más me agradaba de él. — Tú también me
caes bien, me alegro de tenerte como amiga. —
Seguimos hablando
y me contó sobre su familia, estudios, incluso me habló de la morena que estaba
prácticamente encima de él anoche. Dijo que la había conocido ese día y que
ella le pidió su número, y él se lo pasó.
Me dijo que le
escribió al instante pero él aún no le contestó, pero que lo haría más tarde.
Me reí al
recordar en lo mal que me miró cuando me senté al lado de Bruno. Menuda
desesperada, pensé.
Después de mi
pequeño ritual que consiste en dibujar y escuchar música, y también gracias a
la visita de mi nuevo amigo Bruno pude olvidar a Lucas y lo
jodido que es, solo unos momentos.
Pero tan pronto
como pasaban los segundos, el recuerdo de sus palabras vino de golpe a mi
cerebro ya frustrado.
<< Eres libre al igual que yo>>
Las palabras daban vueltas y vueltas
en mi cabeza. Solo soy una más para él, no sé cuándo aceptaré que chicos como
Lucas Dubois no quieren compromisos, al menos nunca sucederá conmigo, creo que
tengo suerte de haberlo besado y de haber dormido en su cama. No sé que me hizo
pensar en que él podría intentar algo conmigo, de verdad fui muy ingenua.
Solo debo
asegurarme, (si es que vuelve a buscarme) de dejarle en claro que no quiero
nada, que estoy cansada de está calesita de emociones que no hacen más que
volverme loca. No estoy para esto, no quiero que nadie me utilice. Además sé lo
que sucederá conmigo, y no quiero sufrir de nuevo por él. ¿Cómo voy a hacer
para alejarme de este cretino bipolar? Tengo que tener fuerza de voluntad y
dejarlo pasar. Dicho así parece sencillo, pero quiero verme pasar del “dicho al
hecho”.
Solo hay un
problema, un pequeñísimo detalle… Estoy loca por él.
Más tarde me
sentí una idiota contándole a mi amiga sobre Lucas, él chico que primero es
amable y luego me da una patada cuando se le da la gana.
También le conté
de mi discusión con Ian y la charla con Bruno.
Después de
descargar mi frustración ella dijo que sería una buena idea ir de compras. Me
reí y acepté.
Por loco que
parezca nunca me gustó ir de compras, al menos que esas compras sean de libros,
lápices o cosas de mayor interés para mí.
Después de dar
miles de vueltas y probarse ropa como una maniática, con Al terminamos en un
local de ropa interior, ya que yo necesitaba comprarme algunos conjuntos.
— ¡Mira esto! —
Gritó sosteniendo un diminuto pedazo de tela de color rojo.
— Ni lo sueñes,
no es mi estilo — Reí mientras tomaba un sostén negro de encaje —
Una señora muy
bien vestida pasó por nuestro lado y murmuró algo así como ¡Pero qué pervertidas! Más tarde reímos cuando la vimos volver por
el pequeño pedazo de tela rojo.
Después de dar
algunas vueltas compre algunos conjuntos.
Cuando salimos del
local fuimos directo a casa y Al insistió todo el camino en que debíamos salir
a la casa de fraternidad y romper
la noche.
Ni de broma
quiero aparecerme por ahí, sobretodo porque estoy casi segura de que Lucas asistirá
a la fiesta, y yo aún me siento bastante ofendida por lo que me dijo. Sé que él
solo era honesto, y que probablemente está acostumbrado a decir eso porque
jamás se enamoró y jamás le importó nada los sentimientos de la gente. Da igual
cuál fue el motivo, duele como si me hubiera dado el dedo chiquito del pie
contra la mesa.
Un dolor no tan
profundo, pero sumamente molesto.
Afortunadamente
Bastian llamó a Al para salir, y eso quería decir que yo podía quedarme sola en
casa mirando una película, leyendo, o incluso mirar el techo, sin moverme de
aquí.
A las 19:30 Al
salió del departamento dejándome en mi amada, pero vacía soledad.
Pasaron dieciséis
días desde que vi a Lucas por última vez, y debo reconocer que me siento
bastante tranquila a pesar de que lo echo muchísimo de menos.
No lloré, no
grité, no lo busqué, no hice nada. Solo estoy tranquila, demasiado tranquila.
No lo crucé por
ningún lado, ni siquiera en la universidad. No me envió ningún mensaje de
texto, y ni hablar de haber llamado.
Yo tampoco le
escribí, pero estuve a punto de hacerlo en varias ocasiones, pero mi amada
fuerza de voluntad me salvó de cometer una estupidez.
Mi cerebro me
pedía a gritos que me rinda y lo deje pasar, pero mi corazón me decía que debía
seguir esperando.
Está vez tomé el
consejo de mi cerebro y decidí eliminar su número, aunque aún sigo recordando
los últimos tres dígitos y una parte de mí espera ansiosa porque me escriba. Trato
de no pensar en ello.
Mi prueba como
gerente sigue, y para mi sorpresa, Tom está conforme con el trabajo que vengo
haciendo.
Este fin de
semana habrá una convención de literatura y tendré la posibilidad de viajar con
algunos compañeros y pasar dos días fuera de la ciudad. Ni yo me creo la suerte
que tengo.
Por otro lado el
tema con mis amigos va muy bien, pude arreglar las cosas con Ian. Ambos nos
pedimos disculpas, y hablamos sobre Sofía, las cosas no van muy bien entre
ellos, pero de todas formas, aún siguen juntos.
Con Bruno nos
vimos una vez más desde la última charla, pero me manda mensajes seguido.
Mi querida Al
está un poco malhumorada estos días, ella dice que siente un poco de estrés,
creo que el hecho de volver a ver a Ian la afectó un poco. A veces me pregunto
¿Por qué rayos son tan cabezotas? Ambos se quieren, se nota a kilómetros, y no
están juntos. Mi instinto de Cupido me dice que debería secuestrarlos y
encerrarlos en una habitación para que arreglen las cosas. Luego recuerdo que
eso es sumamente ilegal y se me pasa.
Lo único malo de
todos estos días (además de la ausencia del Sr Cretino Dubois) es que me
desmayé hace una semana en el trabajo, a pesar de que mis compañeros me
asistieron de inmediato pasé la vergüenza de mi vida.
Tom me dijo que
depende del resultado de mis exámenes, dependerá si viajaré o no.
El querido lunes
llegó y con él, son diecisiete jodidos días que no veo a Lucas.
Hoy debo ir a
buscar mis exámenes y visitar al Dr Bernard para saber el porqué de mi desmayo
y mis frecuentes mareos.
Mientras conducía
hacia la clínica mis ojos se desviaron a la calle que me lleva a la casa de
Lucas, tal vez, si paso por ahí… ¡No! Tengo que cortar con esto.
Llegué a la
clínica y esperé unos veinte minutos, cuando llegó mi turno ya me había quitado
todo el esmalte de seis uñas.
— Señorita
Marlene — Dijo un hombre canoso con una amistosa sonrisa más blanca que su
cabello.
— Hola Dr Bernard
— Saludé mientras entraba en el consultorio.
— Cuéntame, ¿Cómo
estuvo tu semana? — Dijo una vez que estuvimos sentados.
— Solo asistí a
mis clases, y me dieron algunos días de descanso en el trabajo —
— Muy bien… —
Dijo mientras abría el sobre con mis estudios.
Comencé a jugar
con mis manos mientras miraba como el doctor fruncía el ceño.
— Marlene… ¿Has
pasado por estrés en estos días? ¿Te peleaste con alguien? ¿Pasaste por alguna
situación difícil? —
— Tuve una
discusión con mi mejor amigo pero nos arreglamos a los dos días — Ah sí, y él
chico que me gusta me dio una patada y no volvió a hablarme básicamente, pero
eso no se lo contaría al doctor, después de todo, ni siquiera lloré por Lucas.
Sólo seguí con mi vida tratando de ser normal.
¿Quién puede ser normal después de un
chico así?
¿Yo? Claro que
no.
— Tu salud está
perfecta, los resultados están bien —
— ¿Entonces…?—
Pregunté.
— No soy
psicólogo, pero puedo darte un consejo— Dijo sonriendo— Creo que deberías
descansar y dejar de preocuparte. Si hay algo que te inquieta debes buscar la
manera de arreglarlo o de que no te afecte—
— Pero no hay
nada. Todo está bien… —
— De todos modos
haremos algunos estudios más para estar seguros, pero creo que deberías
descansar —
— ¿Descansar más
de lo que hago? — Asintió y continué — Este fin de semana habrá un viaje de
trabajo, es más de descanso… Al menos para mí.
Solo será una
noche la que debemos trabajar en una convención de libros, sería como estar en
casa. — Sonreí tratando de convencerlo para que me de la autorización.
Luego de una
larga charla y unos cuanto “Deja de preocuparte” de parte del doctor Bernard,
pude conseguir la autorización para demostrarle a Tom que mi salud está
perfecta.
Salí de la
clínica y me pregunté a que se debe mis dolores de cabeza, mareos, incluso me
parece raro haberme desmayado.
Llamé a mis
padres para contarle que mis estudios salieron bien, y que no era necesario que
mamá se quedé conmigo. La semana pasada ella vino a quedarse dos días conmigo y
con Al.
El jueves por la
tarde mientras estaba en casa acomodando mi pequeño bolso para el viaje,
encontré mi diario. Mi padre me lo dio la semana que vino cuando yo me desmayé,
recuerdo que me reí mucho al ver como lo ocultaba de mi mamá para que ella no
lo vea.
Adoro esos
momentos con mi padre en los cuales tenemos nuestros pequeños secretos,
obviamente con mi mamá también compartimos nuestras cosas.
Releí las páginas
de mi diario y noté que casi todas las cosas escritas eran sobre Lucas.
<Jamás podré olvidarlo, y algo me
dice que jamás lo tendré>
Suspiré y lo
cerré.
Pensé que sería
una buena idea dejarlo estar, ese diario no hace más que recordarlo, y no es
muy bueno para mi salud mental.
A una parte de mi
le da nostalgia tirarlo, de alguna manera fue mi compañía, y también fue el
primer lugar donde escribí mis sentimientos.
Quizá sea
patético aferrarse a un simple diario, pero formó parte de mí mucho tiempo.
Trato de
convencerme de que si lo tiro, sería una manera de dejar a Lucas atrás. Debo
superarlo… Necesito superarlo.
Después de dejar
todo listo para el viaje, decidí salir con Al, Bruno e Ian.
Afortunadamente
Sofía no vendrá, además me hubiera enojado si Ian la invitaba. Al y él
volvieron a verse y hablan de vez en cuando.
Ellos querían
“despedirme” a pesar de que solo me voy dos días, empiezo a creer que
festejaran hasta el más mínimo detalle de mi deprimente vida solo porque creen
que algo raro hay conmigo, además de mi salud, claro.
Fuimos a una
feria que se encontraba a unos treinta minutos de casa.
Los chicos
jugaron competencias para ver quien ganaba más premios derribando latas con una
pelota.
Con Aldana los
sacamos de los juegos porque no queríamos cargar con los peluches que fueron
ganando.
— Debo reconocer
que son buenos para este juego — Dije mientras cargaba un oso rosa y un elefante
que me recuerda a Paradise la canción
de Coldplay.
— ¿No podemos
dejar los peluches en tu auto? — Preguntó Aldana a Ian — Recién llegamos y
tendremos que cargar con todo los premios, además quiero ir a buscar mi campera
—
Ian se aclaró la
garganta y asintió — Vamos —
— Me quedaré aquí
— Anuncié.
— Bueno no te
vayas muy lejos — Bromeó Ian, girando las llaves de su auto en su dedo.
— Pareces mi
padre — Dije riendo.
Le
hice una seña a Bruno para que los acompañara, no sería bueno que Al esté sola
con Ian, tal vez sea un poco incomodo, aunque están haciendo un gran esfuerzo y
están llevando bastante bien la situación.
Recorrí
la feria y me quedé mirando mientras unos niños jugaban al tiro al blanco.
Sentí
una mano en mi hombro y me di vuelta al instante.
— Bruno… ¿Por qué
los dejaste solos? — Pregunté mientras miraba por encima de su hombro.
— Ellos quisieron
quedarse solos, relájate — Dijo con una sonrisa.
— De acuerdo.
¿Los esperamos aquí? —
— Vamos a ganar
algunas cosas y luego volvemos — Dijo guiñando un ojo.
Unos cuantos
minutos después fuimos por algo para beber y seguimos caminando.
— ¿Tanto van a
tardar? ¿No crees que debamos buscarlos? —
Bruno dejó
escapar una carcajada.
— ¿Qué pasa? —
Arqueé una ceja.
— Nada… ¿Te estás
aburriendo conmigo? —
— Claro que no,
pero no entiendo porque tardan tant… ¡Oh! —
— Creo que se están reconciliando, ¿Tienes
hambre? — Dijo riendo.
Creo que Bruno
acaba de confirmar sus sospechas… Soy una completa y pura virgen. Al único chico
que se lo conté fue a Lucas, en realidad porque me lo preguntó, en fin. Ambos
lo saben ahora.
Mientras Bruno
esperaba por nuestra comida, yo me senté en un banco a esperarlo. De vez en
cuando él se daba la vuelta para verme y sonreía.
Él es lindo y me
respeta, pero no creo ser capaz de intentar algo con él, lo veo más cerca de
ser mi amigo a ser algo más.
En cambio Lucas
no me respeta, ni me quiere, pero con él, si lo intentaría aunque sea un cabeza
de chorlito (Y yo una idiota), muy a mi pesar lo quiero. Pero hace días que no
lo veo y mi esperanza murió lentamente.
El chico de pelo
negro con mirada intensa se acercaba a mí con nuestra comida en sus manos.
— Tu hamburguesa —
Dijo mientras me tendía una bolsa.
— Gracias — El
estomago me rugía, estuve tan pendiente de armar el bolso para mañana que ni
siquiera comí el día de hoy.
— ¿Cómo te
preparas para mañana? —
— Tengo muchas
ganas de viajar — Sonreí.
No veo la hora de
que sea mañana…
####
Acabo
de llegar de España y ya tengo que hacer otro viaje. Mañana habrá una
convención de literatura fuera de la ciudad, y me pidieron liderar el stand de
libros electrónicos.
Lo
bueno del viaje es que ganaré experiencia y posiblemente me asciendan, aunque
para eso tal vez tenga que esperar hasta terminar la Universidad, solo me
quedan dos materias, posiblemente termine a mitad de año.
Hace
una semana volví a España porque mi madre quería verme, y yo no quiero que
viaje. No con mi padre cerca. Además necesitaba pensar lejos de aquí.
Después
de tanto insistir fui con Eric y algunos de sus amigos a la jodida feria.
Necesito callar las voces de mi cabeza que no dicen más que estupideces. Solo
pienso en una persona, y no dejé de pensar ni un instante. Mi cabeza no me da
tregua.
Ella
tiene el poder para hacerme enojar, y es experta en fastidiar, pero me gusta tenerla
cerca, no puedo negarlo. Hay algo, y sé que es solo físico, tiene que serlo.
Jamás
deseé a nadie como a ella, quiero enseñarle todo lo que sé, pero sé
perfectamente que no es como las demás. Marlene es frágil, inocente, dulce… ¡Mierda!
Jamás usé esas palabras con nadie.
Tengo
una lucha interna, quiero hacerla mía, pero también sé que debo dejarla en paz,
no me creo capaz de ser su primer hombre, no porque no quiera sino porque no es
correcto, yo no busco una relación, solo quiero… divertirme… Ella merece más de
lo que yo puedo ofrecerle.
Entramos
a las carpas donde estaban las mesas de pool, y estuvimos ahí lo que pareció
horas.
— Estás distraído
Dubois — Dijo Victor, uno de los tantos amigos de Eric.
Lo miré y puse mi
sonrisa más arrogante. — Eso no evitó
que gane jugando al pool —
— Si, y quiero la
revancha — Dijo mientras se marchaba sonriendo.
Me encontraba
sentado en una silla mientras los demás seguían jugando. Solo jugué dos veces,
y en ambas ocasiones gané.
Dejé mi silla y
la cerveza sin abrir y salí a caminar. Mientras recorría la feria mis ojos se
posaron sobre una chica de pelo castaño hasta los hombros. Se cortó el pelo,
porque recuerdo que algunos bucles le pasaban los hombros.
Noté que su
mirada estaba fija hacia adelante y ella sonreía de vez en cuando. Estaba
observando algo o alguien, quizás.
Hace muchos días
que no la veo, y la encuentro más linda de cómo la recordaba.
Recuerdo como me
dejó la última vez que la vi, ella en mi cama, yo encima… Si no hubiera tenido
un poco de dominio propio, jamás la hubiera dejado salir de mi departamento,
pero afortunadamente para ella, lo tuve.
Estoy parado como
un idiota entre toda esta gente observándola, y ella ni siquiera se percató de
mi presencia.
Cuando decidí
acercarme solo para fastidiarla porque me gusta como frunce el ceño y lo roja
que se pone cuando se enoja, pude ver a Bruno con comida en sus manos… Lo encuentro
igual de jodido e imbécil que la última vez.
No me cae bien
ese tipo, y no hay que ser adivino para saber lo que quiere de Marlene.
Suspiré y di
media vuelta.
¿Qué mierda me
pasa? Yo mismo fui el que le dijo que era libre, que no debía darme explicaciones,
pero ese tal Bruno no es para ella… Aunque yo tampoco lo soy.
La jodí muchos
años, no debería seguir molestándola, pero algo invisible me une a ella
indudablemente. Y creo que las ganas de tenerla me está volviendo loco.
Nadie nunca me
dijo que no. Ninguna de las chicas con las que estuve necesitó una cita o
palabras cursis para llevarlas a la cama. Solo pasaba.
Pero con Marlene
es un trabajo lento, pero algo me dice que está mal, que no debería hacerle
esto. Voy a volverme loco, ella me está volviendo loco y no me gusta la manera
en la que estoy perdiendo el control de las cosas.
Eliminé su número
hace unos días, y ya me decidí a dejarla. No sirve ser su amigo, pero sé que jamás
tendría algo con ella, esto no tiene que ver con sentimientos, solo es físico.
Eso es lo que me
digo cada día desde que se marchó de mi departamento la última vez.
El viaje de
mañana arreglará todo, quizá conozca a alguien para enredarme. Descubrí que
desde que Marlene comenzó a quedarse a dormir, no he estado con nadie íntimamente.
Quizá sea solo
eso. Seguramente lo que necesito es conocer a otras chicas y tirarme hacia
alguna.
No veo la hora de
que sea mañana…
####
Después de una
linda noche en la feria, a pesar de la pequeña ausencia de Ian y Al, que
obviamente después ni siquiera podía mirarlos a los ojos, volví a casa algo
cansada.
Al se fue con
Ian, supongo que dormiría con él esta noche, espero que arreglen todo y que él
de una vez por todas le dé una patada a Sofía.
A la mañana siguiente
me levanté temprano, me duché y cambié rápido. Agarré mi bolso y salí del
departamento. Dejé mi auto en el estacionamiento y le dejé las llaves a Al.
Este fin de semana el auto será suyo, y que Dios me ayude.
La combi que iba
a llevarnos pasó por mi puerta y subí. Era la última así que solo quedaba un
lugar, al lado de Tom. El asiento a su lado estaba vacío y creo que se debe a
su mal humor en la mañana.
Después de cinco
horas de viaje llegamos al hotel, el lugar era bonito, sencillo y limpio.
Todos nos
hospedábamos en el cuarto piso, y tenía una habitación solo para mí.
A las 19:30
comenzaban las diferentes exposiciones y Tom me quería a mí y a otros dos
compañeros en la parte de libros electrónicos, me pareció extraño pero tal vez
quiera invertir en ellos, no nos dio mucha información.
Con nuestro
uniforme y nuestros nombres escritos en un bonito pin salimos a recorrer los
diferentes stands buscando el que necesitábamos.
— Estoy muy
cansada— Dijo Lara una chica morena de rulos y ojos oscuros.
— No lo entiendo,
si dormiste todo el viaje — Bromeó Samuel, él era todo lo contrario a Lara,
tenía el pelo rubio y ojos azules. Se ve que eran muy amigos, de todos modos me
recibieron con una sonrisa y hablaron conmigo toda la tarde.
Cuando llegamos a
la parte de libros electrónicos me sorprendí al ver todos los tipos que había.
Diferentes modelos, tamaños, colores. Increíbles.
— ¿Puedo
ayudarlos? — Se escuchó una voz familiar, potente, masculina, intensa.
No me di vuelta
pero escuché maldecir a Lara y decir algo así como “Él es taaaaan sexy”
Me di la vuelta y
vi a Lucas. ES-TO-NO-ME-PUE-DE-ES-TAR-PA-SAN-DO.
Jodido destino,
jodida convención, jodido Tom, jodidos libros electrónicos, y jodido y sexy
Lucas.
Noté que no era
la única con la boca abierta, mis compañeros de trabajo también se quedaron con
la misma expresión que yo, y mi sospecha de que a Samuel le gustan los hombres
se confirmó.
Como nadie habló
me aclaré la garganta y fingí profesionalismo.
— ¿Eres el
encargado? — Él cretino asintió y me ofendió el hecho de que esté tan tranquilo
y despreocupado. Apuesto que no se le movió ni un pelo por no haberme visto
durante tantos días. — Queremos que nos cuentes un poco sobre los beneficios de
los libros electrónicos —
Lucas sonrió y me
pareció escuchar un suspiro por parte de mis compañeros, no sé cuál de los dos
fue. — Más tarde habrá una charla por parte del encargado… Aunque puedo darles
un resumen si les interesa —
— Claro —
Respondieron Lara y Samuel al unísono.
Mientras Lucas
nos hablaba de los libros electrónicos yo no lo miré. Tenía la vista fija en mi
anotador y mi lapicera.
Antes de
despedirme huí lejos del stand donde se encontraba y noté que mis compañeros se
quedaron charlando con él, bien por ellos.
Después de una
tarde de conferencias, conocimientos y trabajo, volvimos al hotel, y Lara
insistió en que debíamos hacer algo. Por lo que no pasaron ni cinco minutos que
ya los tenía en la puerta de mi habitación.
— Traemos bebidas
— Dijo Samuel cuando abrí la puerta con una enorme sonrisa.
Yo me encontraba
sentada en mi cama junto a Lara y Samuel estaba en una silla enfrente de
nosotras. Él sirvió una bebida de color azul como sus ojos y me guiñó un ojo
cuando me lo dio. Fruncí el ceño al ver lo poco que sirvió, pero después me encogí
de hombros.
Una alarma me
decía que no beba nada, que debía descansar, pero por otro lado, mi parte
nerviosa me decía que haber visto a Lucas no iba a dejarme dormir, así que
debía beber.
— ¡Bien! — Dijo Samuel — Todos nos haremos
preguntas. Si la respuesta es afirmativa deben beberse su vaso. — Ahora
entiendo porque él sirvió tan poco.
— De acuerdo —Dijo Lara chillando. — Comenzaré yo… — Nos
miró con picardía — ¿Quién alguna vez hizo algo sucio? —
— ¿Sucio como ir
al baño? O ¿Sucio como sexo? — Comentó Samuel y no pude evitar reír.
— Sucio como
sexo… solitario — Ambos rieron a carcajadas y yo me sonrojé, a pesar de que los
vi algunas veces, jamás habíamos hablado, y mucho menos de cosas tan intimas.
Lara y Samuel
tomaron sus bebidas, y fruncieron el ceño cuando vieron que mi vaso seguía
intacto.
Si las preguntas
serán sobre “Sexo”, estaré sobria toda la noche.
— Me toca, ¿Atarían
al adonis del stand de libros electrónicos a la cama y no lo dejaría escapar? —
Dijo Samuel y se bebió su bebida. Lara lo siguió, y yo hice lo mismo porque me
pareció una excelente idea.
— Te toca Marlene
— Me animó Lara.
— De acuerdo…— Mi creatividad se había volado y solo en mi cabeza rondaba la imagen de Lucas atado a una cama. — ¿Alguna vez… Dejaron a alguien… Con ganas de más? — No puedo creer que haga esta pregunta.
— ¿Te refieres a dejar a alguien sin su premio?
¿Me estás preguntando si dejé a alguien caliente? — Preguntó Lara sin rodeos,
asentí y sonrió. — Jamás haría eso…—
— Yo una vez, mi
novio quería hacerlo, pero yo no tenía ganas, así que terminó en algunos besos —
Dijo Samuel para después beber su vaso, yo lo seguí.
Después de media
hora de preguntas los tres terminamos en el piso alfombrado. Yo no estaba
borracha, solo tomé dos vasos, porque las siguientes preguntas fueron sobre
experiencias sexuales y yo no tengo ninguna.
Alguien tocó mi
puerta y miré a los chicos.
— Llegó el stripper — Dijo Samuel riendo a
carcajadas mientras Lara lo acompañaba.
— ¿Qué? —
Pregunté alarmada y pensé cuan sexopatas
eran estos dos.
— Es un chiste,
solo es un amigo que invitamos — Dijo Lara.
Abrí la puerta y
como no, me encontré con Lucas.
— ¿Llegué tarde? —
— No —
Respondieron los chicos y él entró a mi habitación como si nada. Más tarde
hablaría con Lara y Samuel.
Sentí la intensa
mirada de Don Arrogante durante la media hora que seguimos jugando al juego de
responder y beber. Lucas había tomado tres copas, y fueron en las preguntas de
sexo, que raro.
Samuel y Lara se
miraron todo el tiempo y sé que algo me están ocultando, o quizá sea paranoia
mía, y solo sea una mirada de borrachos.
— Nosotros nos
vamos — Dijo Lara mientras se levantaba junto a Samuel. Dejaron la habitación
antes de que pueda decir algo.
— Te ves bien —
Dijo Lucas, y cuando me di vuelta estaba recostado en mi cama sonriendo.
— ¿Puedes irte?
Estoy muy cansada —
— Puedo hacer que
te relajes — Dijo estirándose en la cama y la fantasía de atarlo a ella volvió.
— Hablo enserio —
Dije cruzada de brazos.
— Yo también —
— No estoy para
bromas… — Respondí con mi mejor cara de enojada.
— No estoy
bromeando — Dijo mientras se acercaba a mí. Oh Dios.
— No te acerques — Dije poniendo una mano en su pecho — Siempre
haces lo mismo —
— ¿Qué hago? No
puedes fingir que no quieres esto. Sé que lo quieres — Dijo entrelazando mi mano
a la suya y acercando su boca a la mía.
Pude huir de su
agarre y me fui al otro lado de la habitación.
— Tú no sabes lo
que quiero — Hablé bajo.
— A mí… Eso es lo
que quieres. — Arrogante y todo, pero tiene razón.
Lo miré y no pude
negar lo que dijo.
Lucas se acercó y
antes de protestar ya me estaba besando. La sensación era tan familiar, y me
recordó lo mucho que lo extrañaba, a él, su aroma, su sabor, incluso sus
estupideces.
Me subió encima
del mueble en la habitación y rodeé mis piernas a su cintura, podía sentir cada
parte de su cuerpo, y la sensación era sumamente excitante.
Gemí cuando me
acercó más, y joder, lo pude sentir con más intensidad. No sé como pararé esta
vez, él es un idiota, un jodido idiota, pero no puedo luchar contra esto, lo
deseo, Lucas tiene razón.
Me tomó entre sus
brazos y rodeé mis manos en su cuello. Mi espalda chocó suavemente contra la
pared, y él separó nuestras bocas para hablar.
— Hay algo que quiero hacerte — Gruñó en mi
oído. — ¿Me dejas? —
— No sé si es el
momento de hacerlo— Dije contra su cuello, no era capaz de mirarlo a los ojos.
— No hablo de
tener sexo… — Se separó para buscar mi mirada. — Quiero hacer que te relajes. —
— ¿Me harás
masajes? — Pregunté con el ceño fruncido.
Él contuvo la
risa y besó mi cuello. Joder, yo estaba excitada, si sigue así lo ataré a la
cama. — Es como hacer masajes — Dijo mostrando un hoyuelo y tragué saliva, sé a
lo que se refiere.
— Si no quieres…—
Negué con la cabeza, quiero que me toque. — De acuerdo hermosa, si te sientes
incomoda, no dudes en pararme, ¿Si? — Asentí contra su cuello, ni siquiera
podía mirarlo a los ojos.
Me guió a la cama
y sentí que me apoyó despacio, dejándome sentada. Mi respiración estaba
agitada, y tenía mucho calor, es como si mi cuerpo pidiera a gritos que me
quite la ropa.
Sus manos
viajaron al botón de mis jeans y lo desabrochó sin problema. Mientras bajaba el
cierre noté su mirada clavada en mi cara, pero yo no dejaba de mirar sus manos.
Sin ningún
problema me quito mi pantalón, y se recostó a mi lado.
Su boca buscó la
mía, y yo lo tomé de su cuello y tiré de él en busca de más. Su lengua jugó con
mi lengua y yo estaba enloqueciendo, sentí una húmeda sensación en mis bragas,
una sensación que solo sentí con Lucas.
Él estaba encima
de mí y comencé a acariciarle la espalda hasta que lo dejé sin su camiseta.
Recordé algo y me
separé de él.
— ¿Qué sucede?
¿Estoy yendo rápido? —
Negué con la
cabeza. — No es eso. La puerta está sin llave. —
Él sonrió y en un
segundo corrió hacia la puerta poniendo seguro, y volvió rápidamente a mi lado.
— Hermosa —
Susurró contra mi cuello, mientras subía lentamente mi remera hasta quitármela.
Mi lado inseguro
me dice que no debo verme bien en ropa interior por lo que intente cubrirme. —
No te cubras, no sabes lo hermosa que estás así — Dijo y me besó, hasta que me
dejó sin aliento.
Sus manos jugaron
con el elástico de mi ropa interior y tiró de ella mientras besaba mi hombro.
Cuando su mano
estuvo en mis bragas me preguntó. — ¿Alguna vez te han…—
Antes de que terminara
su pregunta negué con la cabeza.
Sus dedos rozaron
la piel más sensible de mi cuerpo, él lugar donde nadie jamás ha tocado. No
puedo creer que este compartiendo este momento tan íntimo con él.
Me besó para
ahogar el gemido que salió de mi boca, cuando el hundió un dedo en mí.
Es la sensación
más increíble que sentí en mi vida, podía sentir como su dedo jugaba adentro
mío, y asombrosamente mi vergüenza se había ido.
Con mi brazo
rodeé su cuello mientras él seguía con su dulce asalto, lo besé mientras gemía su
nombre.
Siguió moviendo
su dedo con cuidado y yo apreciaba el hecho que sea tan atento y delicado
conmigo. De verdad debo quererlo, en verdad debo estar enamorada, porque jamás
le confiaría a nadie este momento.
— ¿Estás bien? —
Dijo contra mis labios y asentí, no era capaz de hablar.
Luego de unos
segundos podía sentir electricidad en mi vientre, era una sensación que me hizo
arquear la espalda, ni siquiera sabía lo que hacía, mi cuerpo se movía solo, de
mi boca salían gemidos sin mi permiso, El jodido pero tierno Lucas me estaba
haciendo sentir sumamente bien, y no creo ser capaz compartir algo así con otra
persona.
Sin quererlo él
se metió en mi corazón, entró sin pedir permiso, y jamás salió, siempre fue él,
siempre Lucas. Él único chico que quise, él único del que me enamoré.
Su dedo seguía moviéndose
en círculos y por momentos entraba y salía de mí. Mi frente estaba sudada y
traté de pegar mi cuerpo al suyo.
Cuando estaba a
punto de explotar arañé su espalda como lo cavernícola que soy. Bien Marlene,
bravo.
De todos modos a
él no pareció importarle, gemí su nombre cuando me relajé con sus caricias.
Sacó su mano y
acomodó mi ropa interior mientras me daba un beso debajo de mi ombligo.
— ¿Estás bien? —
Volvió a preguntar y yo asentí mientras lo abrazaba.
Él se acomodó en
la cama y me miró a los ojos.
Sin saber que
decir le dije lo primero que se me ocurrió — Siento lo de tu espalda…—
Él sonrió — Me
encantó — Dijo y me sonrojé.
Me acomodó en su
pecho, y sentí como poco a poco se me cerraban los ojos. ¿Cómo pasamos de no
vernos a hacer esto? Estoy en un viaje sin retorno con él, me entregué, y aunque
no lo hice del todo, sé que hay una parte de mí que siempre le va a pertenecer.
Cuando llegué
aquí creí que estaría enfocada en mi trabajo, creí haría que olvide a Lucas por
lo menos unos instantes, pero jamás me esperaba esto.
Él me tiene en
sus manos, tiene casi todo el control de mí, y le pertenezco aunque no creo que
él sentimiento sea mutuo. Pero la forma en la que me trató, lo cuidadoso y
dulce que fue conmigo, hace que me confunda. No sé qué pasará por la cabeza de
este chico testarudo y gruñón, no quiero pensar en ello.
Solo quiero
quedarme con este momento.
me encanto este capitulo, que imaginación tuviste te felicito sigue así.
ResponderBorrarGraciaaaas ♥♥♥
Borrar